El mundo del espectáculo no es más peligroso ahora que hace unos años. La necesidad de cumplir con las expectativas de los demás y las tuyas propias son un problema atemporal. El problema es que esto se ha ido filtrando como en esa cañería de tu cuarto de baño, poco a poco, hasta que un día enciendes el grifo, suena el timbre y tu vecino del primero te pide que llames al seguro para arreglar el estropicio que tiene en su casa.
Otro diseño de Dani. Otra muestra de frikismo ilustrado. Otro texto hablando de como Satoshi Kon es uno de los motivos por los que Darren Aronofsky hace cine. Aunque el director de madre! no es el único, si es el más fanboy de todos. Ya mostró su interés por convertir a carne y hueso a personajes de Perfect Blue en Requiem por un sueño, pero lo llevó al siguiente nivel en Cisne Negro. Donde solamente cambia de disciplina artística para hablar de la dualidad del Yo, la fama y lo que conlleva.
Porque Nina es Mima y Lily también lo es. Pero tu también puedes acabar siéndolo. Y yo. Porque confundir la autoexigencia con el autocastigo es un deporte de riesgo más de moda que el balconing. Lo dijo Stanislaw Lem -y Tarkovski-, Philip K. Dick -y Ridley Scott-, Poe y muchos más.
Blue Swan, una película de Satoshi Aronofsky, no es más que una composición que explica todo lo anterior sin la necesidad de que pierdas el tiempo leyéndome a mí.
Escritor, periodista cultural y librero en la librería 80 Mundos. Codirector de todo esto. He colaborado en medios como eldiario.es o Le Miau Noir. Formo parte de la antología Árboles Frutales (Editorial Dieciséis, 2021) y Odio la playa (Cántico) es mi primer libro.