Hitchcock le habló a Truffaut sobre “la curva ascendente” para explicarle cómo atrapar al espectador hasta el final de sus películas. Esa curva me recordó a una charla de vete a saber tú qué entrenador sobre la forma física del Madrid y el Barça durante una temporada. Y llegué a una conclusión: existen películas Madrid y películas Barça. Entre muchas otras.
Quiero aclarar que no pretendo posicionarme en un lugar o en otro. Esto no es una comparativa que se base en la competición. No soy de ninguno de los dos equipos -odio eterno al fútbol moderno-. La única camiseta que me pondría de ambos sería la híbrida de Látigo. Solamente dos ejemplos para frikis como yo que quieren relacionar todo lo que les gusta para hacerse los interesantes.
Las películas Madrid
Este -vete a saber tú- entrenador, explicó que la curva de progresión físico de los jugadores del Madrid dibujaba una línea ascendente. El equipo empezaba jugando lento, ganando por la mínima, empatando o incluso perdiendo partidos. Y a medida que se acercaban los partidos importantes su estado físico era casi inmejorable.
Hitchcock, explica que sus películas se basan en aumentar el suspense para llegar al punto álgido al final. De esta forma, el espectador sufre, disfruta y se centra en la pantalla durante toda la cinta. Lo que me lleva a pensar en una temporada del Madrid llegando a las fases finales de la Champions y ganando los partidos prácticamente jugando en zapatillas de estar por casa.
Las películas de este tipo son exactamente eso. Son Psicosis rompiéndote los esquemas en la escena de la ducha. Un gol de chilena de Ronaldo al que es su equipo actual cuando pensabas que la eliminatoria estaría igualada. O lo que es peor, un penalti en el minuto 93 cuando tú te relames abriendo otra cerveza con la prórroga como excusa.
Si pienso en películas Madrid, veo a Cary Grant con un vaso de leche subiendo con la calma de Ronaldo en ese penalti. Y no os voy a engañar, me fascina tanto como me enfada. También pienso en Norma(n) con un cuchillo entrando por la puerta, en Eva Marie Saint pendiendo de un hilo en el Monte Rushmore o en James Stewart sufriendo por Grace Kelly con una pierna en alto.
Las películas Madrid después de Hitchcock siguen existiendo. Te sientas, el director te lleva hasta donde quiere y sufres. Mi última derrota contra el Madrid fue con Hereditary. Si el ritmo de una narración se acelera tan lenta o sutilmente que no te das cuenta, en cada plano recorres la mirada entera por la pantalla y el final te deja con cara de Di Siglio, has visto al Madrid volver a ganarte.
Las películas Barça
Cuando el -vete a saber tú- entrenador hablaba de la curva del estado físico del Barça, hablaba de una ascensión que llegaba al culmen a mitad de temporada y luego caía. Pero hay un factor a tener en cuenta, el juego. El Barça, en ese tiempo de Guardiola, jugaba de tal forma que no hacía falta que los jugadores corrieran. Ahí entra la parte más interesante.
Las películas Barça son un gol de Iniesta en el minuto 92. Son películas lentas, con planos largos, travellings y toque, toque, toque. Te encierran en la butaca y tienes que acomodarte intentando que no te cuelen el gol. Son guiones llenos de monólogos internos, conversaciones de libro de Dostoyevski.
Que sí, que podrías haber ganado y haber salido de la sala o quitarla de la televisión. Que hay algunos penaltis que no te han pitado, vaya robo. Pero has acabado aguantando hasta el último minuto y no “olías bola” como dice un amigo. Casi consigues anticiparte a la decisión del protagonista, pero cuando te das cuenta está quitándose la camiseta y hay 15 tíos encima suya celebrando el golazo.
Las películas Barça también siguen existiendo. Mi última fue Columbus. Y si tengo que nombrar a uno de sus precursores, Truffaut es una gran opción. El cine blaugrana es Novelle Vague. Son niños saliendo de la fila mientras cruzan la calle y tú les miras desde la posición de un Todopoderoso. Aunque no tienes poder sobre ellos. Es Jean-Pierre Léaud corriendo hasta la playa, parándose en la orilla y observando lo grande que se le queda el mundo. Son las escaleras del vecindario escuchando los gritos de Claude Jade a este mismo mientras los vecinos disfrutan del esa discusión. Son Messi, Iniesta, Xavi, Busquets, Piqué y Alves moviendo la pelota tan a placer que no hay opción.
Las películas Madrid son ritmo, secuencias de plano contra-plano, primeros planos y frases que cortan. El odio y la pasión del mundo real. Las películas Barça son fotografía, música, estética, simetría y orden. Son la belleza que hace falta, y a veces aparece, en el mundo real.
Todos tenemos nuestra propia película/equipo
También están las películas Atleti, las que todos queremos ver y sentirnos el protagonista. Por su pelea. Su ahora o nunca. Películas Valencia, Depor, Betis, Real Sociedad, Girona… Hay tantas como uno quiera. Yo vivo en una película Hércules: poco dinero, muchos gastos, mucho sufrimiento, alegrías justas para abonarme otra temporada, viajes en bus, domingos encerrado, un gol a las mil, empates a cero, marcas blancas, abrazos por salvar la cara, césped artificial, casi ascensos, Nietzsche. A veces está bien, otras mal. Pero está. Vivo en el Undergound de Kusturika.
Escritor, periodista cultural y librero en la librería 80 Mundos. Codirector de todo esto. He colaborado en medios como eldiario.es o Le Miau Noir. Formo parte de la antología Árboles Frutales (Editorial Dieciséis, 2021) y Odio la playa (Cántico) es mi primer libro.