Mandy: Sangre, sudor y más sangre

Salgo de casa con tiempo y llego unos 15 minutos antes a Plaza España. Es la primera vez que voy a los Renoir, así que pregunto al de seguridad del edificio de enfrente por Calle de la Princesa número 3. El hombre me dice que los Juzgados están en la calle siguiente y cuando le digo que lo que quiero es ir a los cines porque tengo que ver un preestreno se relaja y me dice que están en la Plaza de los cubos. Debo de tener peor pinta de la que creía. Llego unos minutos antesy se confirma, soy un quinqui entre los nerds. Me entregan spam del bonito y me siento en una sala junto con otros periodistas que lucen mejor pinta que yo.

Chico y chica viven juntos, matan a chica y chico quiere venganza. Mandy exhibe un argumento totalmente trillado, lo coge con unas tenazas y lo baña en un cubo lleno de sangre. Lo que puede parecer una versión más de Venganza, John Wick, Transportter o -con algunos matices- Hook, es una obra creepy de manual. Un “back in the days” en toda regla.

Con un guion sólido escrito junto a Aaron Stewart-Ahn que nos deja alguna que otra frase grabada en la memoria, la película de Panos Cosmatos no sería tan interesante sin la fotografía de Benjamin Loeb. El ritmo frenético, la violencia y las imprecisiones mezcladas con méritos actorales de Nicolas Cage no resultarían tan atractivo sin ese trabajo. La variedad en la elección de los colores y los planos fijos que te hacen observar el escenario con total atención también recuerdan a los cómics.

El trabajo de Nicolas Cage es notable si no tiene que gesticular en exceso y difícil de tomar enserio si lo hace. Eso no es nada nuevo. Sin embargo, el resto del reparto es meritorio. A pesar de parecer que Andrea Riseborough, Bill Duke y Richard Brake hacen cameos más que formar parte del reparto principal, sus actuaciones son impecables y aportan lo necesario en cada momento de la historia. Lo mismo ocurre con Linus Roache, cuyo papel de villano personifica el cristianismo fanático llevado al sadismo. Representado a la perfección por Johán Jóhannsson en al banda sonora.

Mandy es un homenaje al cine de terror de los 80 da lugar a una miscelánea entre diversión, trazas de humor negro y precisión en el trabajo visual. Es una cinta de dos horas que, sin ser brillante, divierte. La hipersensibilidad, el misticismo y la crueldad son cruciales en el argumento. Mandy se puede explicar como una lucha entre el amor químico y el amor por los químicos. Una reducción del espacio que separa el cielo del infierno. Dios dando toques con el globo terráqueo y haciendo un Pato Sosa.

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