El apartamento vs Café Society

Las películas en una casa vacía se ven mucho mejor que en el cine. Desde la butaca escuchas al tío que está dos filas detrás de ti comiendo palomitas, la pareja que comenta una escena y se ríe con una complicidad que nadie más que ellos entiende, el de delante se levanta a mear y tú acabas acordándote de que con el dinero de esa entrada podrías tener otro mes más de Filmin.

El apartamento solamente se entiende desde la soledad de tu piso, desde los paseos a la nevera a por una cerveza, unas patatas o a por el cenicero. Entender la soledad que interpreta Jack Lemon es más fácil y cruel si la ves solo. Así entiendes el abuso de poder, la sumisión como forma de sobrevivir y las llaves debajo del felpudo. Sería absurdo hablar del manejo del lenguaje cinematográfico, de la relación de los elementos en la puesta en escena y de que Billy Wilder era un maestro del guion. Sería más absurdo afirmar que esta película ha envejecido bien sin bótox, maquillaje, ni tintes de pelo.

Vi Café Society en el cine para luego volver a verla varias veces más en casa. Las películas de Woody Allen suponen un ejercicio mental que el espectador no se plantea hasta después de verlas. Al margen de su simpleza, sus argumentos te llevan a entrar en una doble realidad: la de su película y la del director al que homenajea sin pudor. Café Society es la versión en color de El apartamento. Desde el argumento principal, hasta su desarrollo y la construcción de sus personajes, que caminan entre Los Ángeles de los años 30 y el Manhattan de los años 60. Fran es Vonnie, Baxter es Bobby y Jeff es Phil. Estos dos tríos amorosos avanzan en una misma dirección en la que la cúspide siempre es ella y esta figura gira en el desenlace con la decisión que toma cambiando levemente de ángulo: Fran elige Jeff, Vonnie elije a Phil. Sin esas discrepancias de conocimiento en las que el director de origen austriaco basa sus películas y sin un estilo tan marcado, Allen consigue dejar dos pruebas innegables de su homenaje:

1.En el encuentro furtivo de las parejas jefe-empleada de ambas películas se plantea el mismo uso de elementos, de conversación y de iluminación. Un restaurante con poca iluminación, un pianista que aporta música diegética y una mesa apartada en la que ambos guiones son idénticos.

2.Ambos protagonistas descubren que no son correspondidos por culpa de un objeto que está presente en gran parte de la película y que pasa de ser un McGuffin a ser la prueba del crimen. Baxter se rompe de la misma forma que lo está el espejo que le deja Fran y ver que es el que la amante de su jefe se deja en el apartamento. A su vez, Bobby se da cuenta de que Vonnie está con su tío cuando ver el regalo del que le hablo ella.

Y aquí nos topamos con la gran diferencia entre ambas obras, porque Wilder da una tregua en su vida de mierda al perdedor después del detonante, Allen no. Los dos finales juegan con un falso cierre en el que la acción no se completa pero se intuye. La felicidad e infelicidad de los protagonistas se hace latente, pero no sabemos cómo continúan ambas historias más allá del reparto de cartas de Baxter para jugar con Fran y de las miradas de Bobby y Vonnie a la nada.

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