Hombres con un diente de leche: Herederos

cuando te hagas viejo voy a decirte te quiero todos los días para que todos los días un desconocido te diga te quiero”

Me gusta llevar ropa de mi padre. Me queda grande y es cómodo ir por la vida con la seguridad de dos cuerpos ocupando solo uno. Esa distancia entre tela y piel es la que escribe Luis en Hombres con un diente de leche (Cántico). No soy mi padre, no quiero ser mi padre, pero quiero ser su hijo.

¿Los hijos somos hombres?

Quiero que la única herencia de mi padre sea la que ya tengo a mi alcance. Sus sudaderas, su apellido y las expresiones que pongo cuando escucho a la gente decir tonterías. Quiero ser yo con esos plugins. Quiero seguir siendo “flaco como un galgo”, correr “triste como un galgo” aunque me digan que él antes también lo estaba y que tengo su misma nariz.

El cansancio es una herencia que (se) deforma. Es la consecuencia del amor, no quiere decir ser como sino ser a partir de. Un intento de comprensión y acercamiento sin fundirse. Quiero que la herencia sea el último diente de leche. Quiero que el miedo a olvidar y haber perdido el tiempo no se descubra en mitad de un recuerdo.

¿Somos hombres salidos de la tierra o de la ciudad?

Quiero que la herencia sea la deformación del lenguaje aunque no lo parezca. Porque “los hijos no pertenecen a los padres pero los padres pertenecen a los hijos”. Los hijos lo son hasta que conocen la experiencia de cuidar de sus padres, como en un acuerdo no firmado ni consultado pero que se lleva a cabo sin dudarlo. Y cuando ellos no existan y nosotros sí no queremos ser los sustitos sino quienes les recuerdan y acabarán no existiendo pero siendo recordados o no.

No quiero que la tierra se seque aunque dejemos de cuidarla incluso antes de dejar de existir nosotros. Sé que pasará porque nuestra sangre no es la única que nos preocupa y porque ya no comemos cordero. Me preocupa tanto la sangre que prefiero no verla.

¿Los hombres tienen miedo?

Los hombres tienen miedo y barba. Miedo y una barba que, cuando sale, tu padre te dice que quiere dejársela como tú pero le da miedo. Puede que incluso te diga que te quiere y que le veas llorar, porque piensa que ya eres un hombre. Estás preparado para vivir esas cosas. Lo piensan aunque bailes, no mees un chorro amarillo, no pelees, no conduzcas, no bebas, no vomites, no arregles cisternas. Porque temes la ausencia, la imaginas.

¿Somos hombres de verdad?

Somos hombres con un diente de leche

¿Los hombres de verdad tienen dientes de leche?

“también sé que los beatles tienen muchas canciones todas aburridas solo le gustan a la gente con muchos libros en casa y padres funcionarios capaces de gestionar sus emociones”

Podría ser peor, Alberto Acerete

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