“lo importante aquí no es el poema, mediocre resultado, por lo demás indiferente, sino la experiencia interior que lo engendró, y que los mejores son quienes callan”
Claude-Edmonde Magny, Cartas sobre el poder de la escritura
Esto no es un email
hola,
perdón,
no quería enviarte nada
aunque te estoy escribiendo mucho.
Te escribo en presente como si estuviera hablándote a la cara
la idea es decir cosas bonitas
me gusta hacerlo bonito
escribir como si se me cayeran las palabras de la lengua
bocabocabocabocabocabocabocabocabocabocaboca
cuando la abría un poco para besar tu lunar.
[Un agujero negro es una región finita del espacio en cuyo interior existe una concentración de masa lo suficientemente elevada y densa como para generar un campo gravitatorio tal que ninguna partícula material, ni siquiera la luz, puede escapar de ella (según Wikipedia). Lo fácil es decir que tu lunar es agujero negro cuando lo que estoy diciendo es que es un cúmulo de masa densa. Es decir, un grano negro. Así que no lo voy a decir. Pero el efecto Troxler dice que si miras a un punto fijo durante un periodo de tiempo esa figura desaparece. La adaptación neuronal hace que el cerebro deje de prestar atención a dicho estímulo. Ahora la pregunta es, ¿puede desaparecer un agujero negro? Quiero decir, el agujero negro es el que hace desaparecer las cosas, si desaparece nada más podría desaparecer. Si dejan de desaparecer cosas los científicos no tienen nada que estudiar, las metáforas pierden el sentido y yo no podría hacerme el escritor hablando de tu lunar.]
Todo nace de la ausencia
de una ausencia nueva que parece reunir a todas las
bocabocabocabocabocabocabocabocabocabocabocaviejas ausencias.
De la arena que se queda en el pelo y en la toalla
que aparece por el suelo del pasillo el lunes
tu ausencia es arena
tú eres mar
yo soy la sal que se te mete en la nariz cuando te bañas.
En mi ventana los pájaros hacen lo que quieren
me dan miedo
el pico es un arma blanca, ¿sabes?
No hay que enfadarles,
tienen alas
como las cucarachas
bocabocapolillas
¿sigues durmiendo con la persiana bajada para que no entren?
Yo me pongo de cara a la pared
para dar la espalda al mundo
pero sigo sin poder dormir.
Estoy en el balcón y pienso en tu casa, que no tiene,
la galería era nuestro balcón
el sofá eran dos cojines en el suelo
yo escribía donde se supone que tú querías pintar
tú trabajabas donde se supone que teníamos que comer
nos duchábamos en el aseo de invitados.
Al final
lloramos donde tendríamos que estar riéndonos,
en el sofá que ahora sí tienes.
Acuérdate de regar las plantas todas las noches,
vigila que no le salga otra vez el hongo a la
bocabocabocabocabocabocabocabocabocapequeña,
barre las hojas muertas que se caen de la
bocabocabocabocabocabocabocabocabocagrande,
la que lleva muriéndose desde que nos conocimos.
No le des la espalda mientras tiendes
si no la miras deja caer sus manos contra el suelo mucho más rápido.
No me consuela que esta tristeza no sea compartida
y admiro la capacidad de la gente para disfrutar cosas que no soporto
porque todo el mundo se ha propuesto que hable de ti
como si no lo hiciera en silencio todo el tiempo.
Así que ahora, cuando me pregunten por ti, les enviaré el link de esto por Whatsapp.
Escritor, periodista cultural y librero en la librería 80 Mundos. Codirector de todo esto. He colaborado en medios como eldiario.es o Le Miau Noir. Formo parte de la antología Árboles Frutales (Editorial Dieciséis, 2021) y Odio la playa (Cántico) es mi primer libro.