Postprólogo de Mateorías

Todos hemos conocido a un Mateo. Hace no mucho cené con uno y, como no recuerdo su nombre, lo llamaremos Mateo. Era capaz de mantener conversaciones con todos los que estábamos en la mesa hablando siempre más alto que los demás, lo justo como para que le hicieran caso pero sin necesidad de gritar. Sus chistes llegaban antes, hacía muy bien su trabajo y su risa hacía reír a todos. Lo peor es que me cayó bien, muy bien.

Mateorías (Editorial Dieciséis, 2020) es Mateo a través de Guillem. Él es el verdadero protagonista de la historia, tanto que el narrador se olvida de sí mismo para atravesar Cracovia a través de su amigo. Olvida la autoficción (autofricción*), la vida fuera de casa, el trabajo, incluso la literatura. Todo empieza en Mateo y, de ahí, surge el resto. Sacrifica la narrativa que se presupone del Yo para generar una desde lo ajeno. De lo propio a lo ajeno, o al revés. Solamente corta este proceso para volver a sí mismo en trámites de la vida diaria.

Todo es posterior y anterior; después y antes. El durante es el trámite. Adaptarse es un proceso que se obvia y solamente está latente cuando tienes que dejar de hacerlo el tiempo que vuelves a la que dicen que es tu casa. Así se justifica lo que escribe, con una literatura de españoles que viven fuera con la que podemos entender a los que vienen y sus obras. Escribe desde dentro hacia fuera para entender el proceso inverso. Para hacernos entender que “nuestra generación se malacostumbró a que los inmigrantes fueran siempre otros” y la literatura que muestre la otra cara es importante para eliminar prejuicios y racismo del que vemos hoy en día hasta en ciertos titulares.

Detrás de todo esto está el amor. El de dos amigos, el de la gente que te ha llevado a donde estás. Lo que parece devoción por la literatura es amor a quienes le han llevado hasta ella. De ahí nace Mateorías y crece lo que viene después: un hogar. Porque “uno no es de donde nace sino de donde” le da la gana.

Esto es un prólogo escrito una vez Mateorías se ha publicado, lo he recibido, lo he leído y he preparado su presentación junto con el propio Guillem y Alejandro Marín, editor jefe de Editorial Dieciséis. Es un prólogo a destiempo, a posteriori, póstumo, tardío y sin ningún sentido. Dado que hubo un tiempo en el que algunas frases de reseñas mías aparecían en otras reseñas o resúmenes de libros a modo de prefajas online, escribir un postprólogo me ha parecido cerrar el círculo como casi periodista. Hablé con Guillem sobre esta idea y el papel de los prólogos explicando que mi relación con ellos es de amor/odio en función de su extensión y utilidad en la preparación a la lectura de un libro. Este es totalmente inútil pero, habiéndolo escrito yo, me gusta.

PD: No he encontrado el gesto de “beber, beber mucho” en Wikipedia.


*La autofricción se olvida como concepto de debate al deformarse su término original, autoficción. Con esta deformación, Guillem consigue parodiar al autor y su papel de protagonista que narra su vida. Lo hace desde el humor pero también desde la idea de centrar la importancia en lo que le rodea. Se aleja del cliché mientras lo señala hasta llegar a lo importante: lo que hablamos en la presentación de aquí abajo y el vodka de avellanas.

Presentación de Mateorías vía Instagram el pasado 29 de Octubre

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