“El esmalte de color blanco sucio de allí abajo fue diluyéndose lentamente en el amarillo ácido. Una pena tirar de la cadena y que se eche a perder todo ese color, pensé”
la lluvia impregna los cuerpos, el mendigo impregna a la gente, el silencio impregna la mente, el maquillaje impregna la cara, la cerveza impregna el aire, el gel impregna la piel, el moho impregna la manzana, el cuerpo impregna el cuerpo hasta hacerlo desaparecer
el cuerpo lo impregna todo
los murmullos manchan los cuerpos, el humo mancha el comedor, la leche mancha el té, el café mancha el periódico, la orina mancha la cama, los murmullos manchan la boca, el hombre mancha las palabras, el lenguaje mancha a la gente y nos aisla
el lenguaje fracasa cuando hablan las cosas y ganamos cuando somos capaces de escucharlas
el lenguaje triunfa cuando somos conscientes de nuestros propios sonidos
el lenguaje lo mancha todo
la sangre pinta los cuerpos, la niebla pinta el paisaje, la orina pinta el váter, las palabras pintan el blanco, las sombras pintan el espacio, las sombras pintan las paredes, el contorno pinta los cuerpos, el pelo pinta la piel, la saliva pinta las manos, la luz pinta el negro
la luz lo pinta todo
el paraíso podrido impregna, mancha y pinta el todo como una lengua que se junta con otra lengua soñando con estar en otra lengua, como el pelo que sea cae pasando de nacer a morir en cuestión de centímetros
paraíso podrido es ese “contorno que separa el cuerpo del espacio” que se diluye, es todos los colores, olores y sonidos que están ahí pero solamente se acercan cuando cierras los ojos, es el lenguaje fracasando porque ganan los cuerpos
paraíso podrido es un vecino preguntando por el trabajo en el ascensor esperando que les digas estoy en paro como siempre mientras dices que los libros te han salvado literalmente la vida porque te dan de comer y sales a la vez que se abren las puertas arrastrando sus palabras contigo como tirando de una cuerda de la que ellos podrían tirar también en cualquier momento
ver por dentro a alguien estando sentado enfrente, en un sillón que te absorbe la energía y te deja con la justa para cerrar los ojos e imaginar que puedes verlo por dentro porque sientes que lo estás, todo para descubrir que tú ya no eres tú, o que ahora sí eres tú pero no encuentras el motivo por el que siéndolo todavía no te ves por dentro si no es a través de esa persona que muerde una Honeygold que parece una bombilla
paraíso podrido (Jenny Hval, Amor de Madre) es esa asimilación del yo, limpiarse cuando te han manchado tanto que solo queda prenderle fuego a la ropa y estar horas bajo la ducha con el agua hirviendo, quemando hasta que la piel es otra, hasta que las cuerdas vocales suenen más a Björk que a Ani DiFranco, más a Kings of Convenience que a Slowdive
el mundo pudre el paraíso
“ahora está, ahora no está, ahora está, ahora no está”
Escritor, periodista cultural y librero en la librería 80 Mundos. Codirector de todo esto. He colaborado en medios como eldiario.es o Le Miau Noir. Formo parte de la antología Árboles Frutales (Editorial Dieciséis, 2021) y Odio la playa (Cántico) es mi primer libro.