Oxnard, el salto de Anderson .Paak al mainstream

Anderson Paak

Un valor vulnerado y una ilusión desenmascarada suelen tener el cuerpo igual de mortificado, se parecen, y no hay nada más fácil que confundirlos”.

 

Las expectativas suelen traicionar. Lo peor de una relación es que se juzgue el presente en base a errores pasados. Por lo obvio y por negarle al otro la posibilidad de enmendarlos. El pasado suele ser un lugar poco recomendable para alojarse. Huele a cerrado, hay humedad y visitarlo implica darse cuenta de que todo está más viejo y lleno de polvo de lo que lo recordabas. Lo llamo la visita del casero.

De hecho, la primera vez que me fui de casa el casero me cobró 60 euros por una cafetera que nunca usé. Este hecho -tan irrelevante para él- me hace desconfiar de ellos y confirma que la vida es una broma. ¿Para qué voy a gastar tiempo convenciéndote de algo si para ti ya es real la mentira que has creado? Da igual el color del vestido. Lo único que importa es de qué color cree la gente que es el vestido. Puedes tener pruebas irrefutables pero el pueblo tiene antorchas. Y el fuego duele más que los buenos argumentos.

Oxnard no es Malibú pero la necesidad también legisla. El tercer álbum del artista californiano le acerca al mainstream sin alejarle -demasiado- de las raíces del jazz que le vio crecer. El virtuosismo de sus dos discos anteriores sigue latente pero relegado a un segundo plano en pos del pragmatismo y de su avance en la industria1. El problema es que no juzgo a Anderson .Paak, solo a su imagen proyectada por mis expectativas y no sé hasta qué punto es justo.

El salto al mainstream

De Anderson .Paak se espera que sorprenda. De Anderson .Paak se espera que vaya un paso por delante del resto de mortales. De Anderson .Paak se espera que mantenga sus raíces y actualice la música negra. De Anderson .Paak se espera que conciencie y entretenga. Pero Anderson .Paak también quiere ganar dinero. Y supongo que Anderson .Paak también piensa aquello de “quien a buen árbol se arrima…” y por eso lanza el álbum por Aftermath/Interscope. Nadie es muy fan de Dre hasta que echa un rápido vistazo a los álbumes que ha sacado por su discográfica: Marshall Mathers LP, The Documentary, The Massacre, Good Kid, m.A.A.d City o The Album (The Firm). A veces el trabajo habla por sí mismo. Karim Benzema.

A lo que íbamos: si el álbum sale por Aftermath es vendible. Por eso Oxnard deja espacio a interpretaciones musicales que Malibú no. Left To Right es el ejemplo más claro de ello: una pista que parece sacada de una jam session jamaicana y donde el artista repite -uno por uno- todos los clichés del género. Sin rastas pero con acento. El desfile de estereotipos es todavía más exagerado en Trippy, canción de amor en la que colabora J.Cole y que ejemplifica como ninguna el declive del rapero de Fayetteville. Ni siquiera el sorprendente registro de Anderson .Paak logra salvar una canción condenada a triunfar. El llanto fácil como camino al éxito. El llanto fácil que nos separa de 2014 Forest Hills Drive.

Lo que separa Oxnard de Malibú es el peaje a pagar por firmar con Aftermath: la colaboración de turno con Dr. Dre. Mansa Musa2, donde también colabora Coco Sarai, es un rara avis que me intriga. Una clásica canción de rap producida por Dre a finales de los noventa o principios de los dos mil pero que no tiene ni la magia de los noventa ni el aroma renovado de los dos mil. Los sintetizadores e instrumentos eléctricos en el estribillo no hacen más que remarcar lo artificial de esta canción. Eso sí, a pesar de un siempre brillante Anderson .Paak.

La riqueza y el éxito es un tema recurrente a lo largo de Oxnard y que tiene su punto álgido en canciones como Who R U?, producida por Mell y Dr. Dre. Aquí el californiano se siente como una auténtica estrella de cine en ritmos de rap clásico pero con una cadencia rítmica cercana al Humble de Kendrick Lamar o al ATM de J.Cole. Anderson .Paak es uno de los raperos con más habilidades actualmente, tanto es así que llamarlo rapero suena hasta improcedente. El problema es que de él se espera que no caiga en el recurso fácil y complique un poco más las letras de sus canciones.

An ounce, a quarter, a P

I would sell you faith but you niggas don’t believe”

Otra de las canciones que le abren la puerta de la cultura de masas es Tints junto a Kendrick Lamar, en la que ambos artistas alardean sobre su fama y reflexionan sobre la necesidad de tener intimidad en sus vidas privadas, aludiendo directamente al tintado de los cristales de los coches. Problemas del primer mundo. K-Dot se ha convertido en el Rey Midas del Conscious rap y convierte en oro todo lo que toca desde hace un par de años. La producción, que corre a cargo de Om’Mas Keith & Anderson .Paak, vuelve a colocar al californiano en tierra de nadie, a mitad camino entre el funk y el R&B. Y a pesar de que Kendrick Lamar lleva desde 2015 sin sorprender a nadie consigue quedar completamente integrado dentro del conjunto de la canción.

Anderson .Paak y la música negra

Oxnard huele a funk. A G-Funk. A una mezcla de influencias que terminan creando un álbum imposible de catalogar. No es que Anderson .Paak baile entre distintos géneros musicales, sino que dentro de cada uno de ello también consigue abarcar diferentes estilos. Si Savier Road -gracias a la producción de 9th Wonder- recuerda al Nueva York de 1997-1998, My brother’s Keeper tiene un pequeño guiño al reinado de Madlib en Los Ángeles de principio de los 2000. Quizá la canción que mejor ejemplifique la versatilidad del artista es Smile/Pretty,donde en menos de 5 minutos pasa de un ritmo de Slow Jam a uno de funky logrando un aura de R&B muy compacta durante toda la pista a pesar de las líneas de bajo tan características de Dre.

La lista de colaboraciones es realmente increíble pero Anderson .Paak pone el estatus al servicio del disco. El artista de Oxnard no deja que ninguno de los colaboradores perjudique el conjunto del disco, sino que genera un contexto particular para cada uno de ellos con el fin de integrarlos dentro de la miscelánea del disco. Artistas como Q-Tip, Pusha T, Kendrick Lamar o BJ The Chicago Kid a los que moldea y exprime hasta conseguir de ellos únicamente lo que le interesa para hacer brillar a Oxnard. En Brother’s Keeper, Pusha T aporta su particular toque crudo al álbum alegando que siempre será el guardián de su hermano, consciente de que el éxito atrae miradas y te expone ante el peligro.

Pero todo eso da igual si te rodeas de gente como Q-Tip. Anderson .Paak ha colaborado en algunas ocasión con A Tribe Called Quest pero siempre es bienvenida una colaboración de Q-Tip en su álbum. Así pues, Cheers es una canción que reflexiona sobre el final de la vida (con homenaje al fallecido Mac Miller incluido), donde el de Oxnard se mueve entre el rap y el soul y el de Harlem aporta su particular visión de la muerte. Y el resultado es muy eficaz: un estribillo pegadizo, una instrumental envolvente y frases que se quedan dando vueltas en la cabeza.

Don’t know what’s harder, fightin’ trauma or keepin’ a promise”

A pesar de que estas son las colaboraciones más ilustres del álbum, la aparición de Kadhja Bonet en The Chase y Norelle en Headlow son dos de los grandes aciertos del californiano en este álbum. En el primer corte, Kadhja Bonet le aporta profundidad a una primera toma de contacto con el universo de Anderson .Paak que ya nos anuncia que lo único importante en Oxnard es la música. Además de la ya mencionada flauta, los violines y los instrumentos analógicos le dan un toque mucho más cercano al jazz/funk de Detroit. La colaboración de Norelle luche mucho más y eleva Headlow a candidata a entrar en todas las listas relajantes de Spotify. Su aportación al final de la canción introduce el ambiente R&B que será tan importante a partir de este momento. Además, las voces femeninas del principio -entre las que se encuentra Norelle- emulando un coro de góspel aportan un toque sagrado a una canción que habla de recibir sexo oral mientras conduce por la autopista. Quizá la única colaboración que no está al nivel del resto de canciones es la de BJ The Chicago Kid en Sweet Chick, donde el cantante queda renegado a un simple estribillo al final de la canción. Una buena canción truncada -como Bojan- por las expectativas.


No obstante, lo que honra a un artista es rendir homenaje a sus maestros. La sutil diferencia entre subirte a hombros de tus maestros y que te manteen. Anderson .Paak no mata a su padre, aprende de él y llega más lejos de lo que nadie antes llegó en su familia. Es el hijo que mejora la situación económica del padre. Este respeto reverencial hacia la golden era del Hip Hop y la época de los setenta en el soul es algo que el artista siempre admite. Un respeto casi sacro hacia A Tribe Called Quest e Isaac Hayes que se refleja en multitud de melodías del álbum. La canción que engloba todas estas referencias es Anywhere, junto a The Last Artful, Dodgr y Snoop Dogg; un viaje por el R&B y el G-Funk de principios ý mediados de los noventa en el que los artistas te sumergen completamente en la atmósfera de aquellos viejos clásicos. Mención aparte merece Snoop Dogg. El veterano artista consigue brillar -entre guiño y guiño a Nate Dogg- sobre una instrumental que recuerda irremediablemente a su añorado G-Funk y que le convierte en uno de los raperos old school que mejor mantienen la forma3.

La contra crítica social

Anderson .Paak es hijo de su generación y como tal está alienado. El californiano es totalmente consciente de que vive en un mundo capitalista donde la única salvación posible es conseguir más dinero y no tiene ningún problema en reconocerlo. Quizá esta sea la gran contradicción de Anderson .Paak. O quizá sea lo que le diferencie del resto de artistas conscious de la escena urbana actual. Pero lo cierto es que la lucha entre reivindicar y ganar dinero es precisamente la que le otorga esa pequeña dosis de credibilidad que artistas como Kendrick Lamar ya han perdido. Anderson .Paak -como Kodak Black, por ejemplo- no habla desde un púlpito porque es plenamente consciente de sus demonios actuales. Porque quien abraza los errores pasados, oculta los presentes.

Goddamn, why can’t you be more discreet wit’ it?

I’m at peace wit’ it”

Como hijo de su generación, Anderson .Paak sabe que la revolución no será televisada. Se dará en streaming en 4k en un canal de Youtube y la comentará -en su edición española- Ibai. En 6 Summer, el artista deja totalmente clara su visión de la figura de Trump, de la violencia armada y del estilo de vida americano. Y lo hace sin un ápice de condescendencia en su mensaje. Sobre una instrumental que podría recordar a Dilla, Anderson .Paak se sumerge en sus propias miserias para mostrarnos lo que está frente a nuestros ojos y a veces no vemos. Y quizá la gran diferencia entre el de Oxnard y el resto de raperos es que él muestra, no juzga.

And so I smoke, drink, just to cope with the pain”

Una honestidad que le lleva a contradecirse a sí mismo cada poco tiempo. Ama el dinero pero lucha contra el capitalismo. Quiere salvar al barrio pero se aleja del barrio. La confrontación entre expectativas y realidad. Todo ello sigue latente en la siguiente canción del álbum, Savier Road, donde atiza a todas esas personas que criminalizan el tráfico de drogas en los barrios pobres de Estados Unidos. La producción de 9th Wonder hace la función de DeLorean y te transporta a la época donde todavía existían OG en la escena del rap. Y consciente de ello, Anderson .Paak se pregunta qué otras posibilidades tienen los niños de los barrios pobres si se les niega el futuro al penalizar su presente4. El aroma de la Golden Era impregna la mayor parte de esta canción y enfatiza el aroma añejo y clásico de Oxnard.

Realmente lo que queda claro después de escuchar el álbum es que de Malibú a Oxnard hay una simplificación del mensaje y una clara voluntad de pasar de las salas pequeñas a los estadios. No obstante, Oxnard sigue siendo un disco muy disfrutable. Un prisma que saca a Anderson .Paak de su zona de confort y lo enfrenta a otro tipo de ritmos. Y es este el principal problema del álbum, la supuesta versatilidad del álbum es una versatilidad impostada que perjudica más que beneficia. O quizá sólo sea un problema en mi mente y estoy juzgando Oxnard en base al álbum que yo esperaba. Quizá debería dejar de ver a Anderson .Paak como un niño y juzgar su persona en base a lo que es hoy en día. Me he convertido en mi casero.

1.El virtuosismo (o la originalidad) que le otorgo a sus discos anteriores queda perfectamente reflejado en la flauta de The Chase, la primera canción del disco. Una sencilla melodía de flauta colocada antes de la batería que le da otra atmósfera a la instrumental y que sirve como un pequeño guiño a Stax Records, uno de los sellos más importantes de la historia del soul e influencia declarada del artista. La mayor complejidad de su música y las diferentes capas (y lectura) de sus canciones eran algo habitual en Malibú y Yes Lawd, mientras que en Oxnard se presentan como guiños. A cuentagotas. La simplifcación del mainstream.

2. Dr. Dre es una fuerza innegablemente dominante dentro de la historia del hip hop que no necesita compararse con Mansa Musa para recalcar el poder y la riqueza que ha logrado durante todos estos años. Producir un documental sobre N.W.A y hacer quedar mal a los otros integrantes del grupo mientras refuerza su imagen de niño bueno hecho a sí mismo (American Dream) podría crear una imagen mucho más poderosa en el subconsciente de sus seguidores. Además, cada vez que pienso en Mansa Musa aparece en mi cabeza Mura Masa. Y luego Asap Rocky. Y si pienso en Flacko sólo puedo pensar en aquella frase que decía: “era tan guapo que hasta las lesbianas quieren follarme”. Y si alguien más hiciera este deducción podría crearle un problema a la imagen del bueno de Dre.

3. Tengo una lista de raperos veteranos a los que escucho con mucha atención cuando colaboran en un disco actual. Normalmente la lista se limita a tres nombres: Andre 3000, Juan Solo y Q-Tip. Nombres que (casi) aseguran que la canción mantiene un mínimo de calidad. Pero estos dos últimos años acercan a Snoop Dogg a esta lista tan subjetiva como irrelevante por otra parte. Si habláramos de otros géneros musicales y/o productores la lista se ampliaría mucho y le restaría mérito, algo que sin duda le quitaría todo el sentido a la lista, ya que ésta se apoya en el factor exclusividad.

4 Los niños negros de los barrios pobres de Estados Unidos crecen con la certeza de que no hay futuro frente a ellos. La ficción que mejor ha representado este problema ha sido The Wire en su cuarta temporada, donde utilizaba a cada uno de los niños protagonistas -Michael, Namond, Randy y Duke- para ejemplificar el fallo del sistema educativo en Estados Unidos. Cada uno de ellos representa una historia cotidiana de Baltimore pero -a la vez- también el futuro de toda una generación: Namond representa a los pocos que logran salir del barrio y encontrar redención, Duke personifica la adicción de toda una generación a las drogas; en Randy se puede ver el eterno dilema de “o comes o eres comido” y Michael representa al dealer. Cuatro personajes representando cuatro realidades que están a la orden del día.

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