Diez años de Phantom Pop, cuando las sombras se tornan luz

Hace unas semanas se cumplieron diez años del lanzamiento de Phantom Pop (Boa Música, 2011), el disco más importante en la carrera del rapero malagueño Elphomega, y no se me ocurre mejor momento para escribirle un homenaje. Recuerdo perfectamente el momento de abrir Youtube una tarde después del instituto y encontrarme con el videoclip de Sol de sábado, Lluvia de domingo, el track promocional que auguraba lo que se venía. Hasta aquel momento conocía a Elpho y disfrutaba de algunas de sus canciones más famosas, pero no era alguien a quien hubiera escuchado en profundidad, alguien con quien obsesionarme. De hecho, creo que esta forma de hacer el camino a la inversa se repetiría meses después con el estreno del Permanent Vacation de Chirie Vegas, el adelanto de su tercer disco Shadows (Gamberros Pro, 2012).

El caso es que una semana después se publicaba Phantom Pop acompañado por una versión física de CD Digipack que incluía un libreto de 56 páginas con fotografías e ilustraciones. No lo recuerdo muy bien, pero supongo que por la época en la que estábamos fue gracias a algún blog del momento que pude escuchar el disco completo. Ese mismo fin de semana me acerqué a una tienda de discos de mi ciudad y lo dejé encargado. El dependiente nunca me llamó. Hasta 2021, durante estos diez años, he rescatado y abandonado Phantom Pop en muchas ocasiones, he vuelto a los trabajos anteriores de Elphomega. Sin embargo, pocos discos de la música española, ya no sólo del rap, consiguen generarme la amalgama de sensaciones de Phantom Pop. Creo que es un disco conceptual, pero uno cuyo concepto es la propia vida en sí. No es uno al que recurrir cuando estoy triste o alegre, es uno en el que encuentro todas esas sensaciones repartidas, en el que puedo transitar y experimentar diferentes estados, como con la vida misma.

Aún así, antes de todo, me gustaría situar cuándo aparece Phantom Pop, y de dónde venía Elphomega hasta ese momento. Si echo la vista atrás, recuerdo como en 2011 el rap español estaba ante un cambio propiciado en gran medida por las nuevas formas de gestión y promoción que facilitaban internet en general, y Youtube en particular. Desde Miranda de Ebro, MDE Click publicaban el clásico instantáneo 5%, que para muchos situaba a N-Wise como “uno de los tres mejores raperos de la historia de España”. Un poco más al sur, el pucelano Erik Urano, acompañado de Zar1, ponía en el mapa Valladolor mediante su Energía Libre. Mientras tanto, en la capital del reino, el colectivo Ziontifik se aventuraba en su ambicioso proyecto audiovisual Blacks Ops, a la par que un joven Pucho, respaldado por su equipo Agorazein, se rebautizaba como C.Tangana con Agorazein presenta a C.Tangana. Estos fueron, y son, solo algunos de los nombres pertenecientes a una nueva sangre del rap español reflejada en el cambio de década. Sin embargo, la obra de la aquí quiero hablar pertenece a un artista de la generación anterior.

Sergio Albarracín “Elphomega” demostró con la publicación de Phantom Pop (BOA Música, 2011) que envejecer, o madurar si se prefiere, no implica quedarse anticuado. El andaluz pertenece a esa ola de artistas del hip hop español de comienzos de siglo que definieron lo que se entendería en términos generales por rap en España. Sin embargo, el camino del malagueño tiene más que ver con las oscuras narrativas de sus paisanos y colaboradores habituales Hablando en Plata que con cualquier otro grupo del momento centrado en el ego trip y la denuncia social. Es Sr. Narko, también conocido como Doc Diamond, DJ y productor del grupo, quien se convertiría a su vez en el 50% responsable de la concepción del universo Elphomega desde el origen.

Sus dos trabajos anteriores, Homogeddon (Zona Bruta, 2005) y El Testimonio Libra (Zona Bruta, 2007), son discos de temática y sonido oscuro, deliberadamente crípticos. El primero representa el mundo apocalíptico que acontece en la mente de Elpho, mientras que el segundo expone un mundo hostil de conspiraciones en el que el rapero se encuentra. Obertura, el track que abre Homogeddon comienza haciendo una referencia directa a ese permanente apocalipsis mental.

“Los callejones de esta mente han sido irradiados con uranio 
mi ciudad neuronal diseño 
la habitan sociópatas con traumas de pequeño 
(…)
Obertura a un ghetto mental 
eclipse total al mundo real”

Por su parte, el estribillo que repite MK Ultra – El testimonio Libra titles, canción que abre el disco, ofrece un discurso similar hasta cierto punto. Si Homogeddon iba de fuera hacia dentro, éramos nosotros los que entrabamos en la mente del artista, en esta ocasión es el loco el que se dirige hacia el mundo. Es esa figura del gurú outsider quien se toma la molestia de prevenirnos en vano de una conjura mundial.

“Os aviso como están conspirando 
pueden borraros de un plumazo del mapa y ya está 
MK Ultra, imagino dedos que mueven los hilos”

Tanto Homogeddon como El Testimonio Libra son los responsables de la concepción del personaje de Elphomega como ese freak bizarro amante del cine, los cómics, el sci-fi y la contracultura pop americana. Ese loco del ático rodeado de tazas de café a medias y ceniceros llenos que esconde una Smith & Wesson en una biblia hueca. Su particular storytelling encuentra un perfecto equilibrio en ambos trabajos en las atmósferas enrarecidas de Doc Diamond y ejemplo de ello son las sobresalientes Helis (Qué saben de mi), Illpack, Tercer Raíl o Burlesque / Nudies.

Phantom Pop rompe, o lleva un paso más allá este personaje/universo. Debido a la apertura musical del disco hacia otros sonidos más luminosos, se ha hablado mucho de esta concepción “pop” referenciada en su propio título. Aún así, sería equivocado pensar que lo pop únicamente se encuentra en lo agradable, lo bonito. Por temática, sus dos trabajos anteriores se encuentran anclados en una (contra)cultura pop sombría que obsesiona al andaluz, pero existe una ruptura en la forma en la que Elphomega decide relacionarse con ella. En esta ocasión, el artista se representa a sí mismo como un habitante más, no como un outsider, se supera la dialéctica hostil entre mundo e individuo. Con Phantom Pop, el lúgubre universo interior de Elphomega se abre hacia la luz, y este encuentra su lugar en el mundo exterior, uno lleno de estímulos y sensaciones que aprehender y que poner a dialogar con sus adentros.

Podemos rastrear los antecedentes sonoros al disco de 2011 en temas anteriores como Rock right now o Identidad Secreta (Alaska morning), ambos producidos por Doc Diamond, con una sensación agridulce de bienestar melancólico, como el que mira llover a través de la ventana en el asiento trasero del coche. Pero es con este álbum dónde la ambivalencia entre los fantasmas internos y su relación con el mundo exterior alcanza su máximo interés y complejidad, tanto por la concepción temática del disco como por su progresión musical respecto a lo publicado anteriormente. A Phantom Pop se lo ha definido como un disco que bebe del folk estadounidense, el pop independiente y la electrónica. De sus catorce canciones todas están producidas por Doc Diamond a excepción de cuatro pistas que corren a cargo de Neo. La sensación es la de un disco muy compacto y conceptual, donde precisamente el leitmotiv acaba siendo esta aprehensión de sensaciones y estados de ánimo diferentes, que es también la de un abanico de sonidos dispares que puedan dar cuenta de ello.

Hay que tener en cuenta que el disco se publicaba un 22 de marzo con el comienzo de la primavera. El principio del álbum con Sol de sábado, Lluvia de domingo ya sienta un precedente diferente a sus dos anteriores trabajos. Lo primero que escuchamos en esta ocasión es a Elphomega saludando y lanzándonos/lanzándose una pregunta: “Buenos días ¿Por qué no abrirse al mundo y mirar?”. Su videoclip de presentación filmado en película Super-8 encarna esa idea nostálgica del pasado como lugar resplandeciente y apetecible. El fotograma en el que vemos “buenos días” escrito a máquina remite directamente a la obra de Jonas Mekas. De hecho, la propia estética y el montaje del vídeo son deudoras de Walden: Diaries, Notes and Sketches (Jonas Mekas, 1969) y de ese cine-diario orientado a la búsqueda de la belleza en lo cotidiano y efímero. Las referencias a la propia primavera y al verano, a Nick Drake, a la naturaleza, pero también a la vida en la urbe, al paso del tiempo, al camino que se recorre. En el momento de escucharla, esos aires folk me supusieron un registro nuevo no sólo para Elphomega sino para el rap español, y diez años después siguen siéndolo.

Acabamos Juntos, Summer Breeze junto a la rapera canadiense Masia One, o Stardust y La Gran Ola de Calor en colaboración con el malagueño Shabu One Shant aportan los registros más melódicos del disco. Ritmos ligeros y diáfanos, melodías cercanas al pop (y al dancehall en las apariciones de Shabu One Shant) y letras repletas de sensaciones y estímulos suponen un registro nuevo e inexplorado hasta la fecha para el rapero. En aquellos años Andalucía fue un hervidero de varios artistas como Shabu, Juho o Little Pepe que practicaban un reggae muy melódico, la banda sonora ideal para las tardes al sol del sur. Stardust y La Gran Ola de Calor son testigo de esto. Cada vez que escucho la segunda me vienen a la mente flashbacks y sudores, no del todo desagradables, de los veranos a cuarenta grados y de sus largas noches. Debido al trabajo de mi padre, me pasé todos los veranos hasta los once/doce años en un pequeño pueblo cerca de Jerez de la Frontera. En la canción se maldicen las altas temperaturas, pero conseguir celebrar una ola de calor como una plaga que no queda más remedio que disfrutar a través de lo cotidiano, me encanta. Por otra parte, creo que Stardust es el hit del disco, si es que hubiera solo uno. Esa voz robotizada con la que empieza, y que incluso recuerda al Nightcall de Kavinsky que Elpho y Doc remixearian al año siguiente, esas baterías del ritmo, el increíble estribillo de Shabu, y el enérgico rapeo de Elphomega con esos fraseos cortos. Como dice Elpho: “Luces encendidas, luces apagadas, luces bloqueadas, por mi pump de quarterback”. He de reconocer que busqué la letra en genius para cerciorarme de transcribirla bien y hasta este momento pensaba que decía “pop de quarterback”, no “pump”, que me parecía un concepto precioso para describir el disco. Así que dejo constancia del malentenido.

Azul Místico, Primos Raros o Ratas de Videoclub encuentran más similitudes con sus anteriores trabajos, al menos en esa idea del auto reconocimiento como un bicho raro iluminado que encuentra cobijo debajo de la manta o entre los pasillos del videoclub. Incluso ese “¿Serán las gafas?” que repetía en Gafas de 2007 y que evidenciaba el peso de las Ray-Ban Clubmaster en la construcción de su imagen es rescatado ahora en Azul Místico como un símbolo ya reconocible del gafapasta más importante del rap español: “Claro, claro, tu ahora quieres mis gafas”.

Al mismo tiempo, creo que 1000 Problemas, Sacrificio o Alta Ansiedad conectan con la parte más material de la existencia y sus dificultades y dejan atrás la narrativa habitual de su rap-cine para anclarse en un mundo real cohabitado por el oyente. 1000 Problemas es la segunda canción del disco, un matiz al optimismo que se abría en Sol de Sábado, Lluvia de Domingo. En esta ocasión, Elpho evidencia sus skills a la hora de rimar y recuerda la problemática del día a día con la intención de empatizar y aliviar una rutina plagada de contratiempos. Por su parte, Sacrificio es una no-oda al dinero, una canción que denuncia precisamente la condición del artista como productor de capital cultural para llegar a fin de mes, donde se despoja a la obra de cualquier estatus más allá del de la propia mercancía.

“Circulando estas líneas para crear unos euros 
de lo que araño, de lo que tiro, por música, por números 
rumbeo unos minutos y me arreglo un mes 
si no es un show es un cuadro, es un guión.
Pulso el botón 
caen tres suéters,
tres suéters suaves como un setter”

En un enfoque similar, precisamente Alta Ansiedad retrata el bloqueo creativo del artista, en una de las mejores y más inteligentes canciones que opino que ha compuesto Elphomega nunca. Alta Ansiedad está llena de imágenes y sensaciones memorables perfectamente plasmadas. La pasión por el cine de Elphomega va más allá del puro name dropping y esto resulta tangible en la facilidad del andaluz para generar imágenes mentales en la cabeza de los oyentes/espectadores. La primera vez que sentí este feeling fue con la mencionada Rock right now. La cantidad de imágenes que acudían a mi cabeza mientras Elpho describía ese viaje en el back seat hacía que yo también me sintiera en un videoclip al mismo tiempo que veía uno. Alta Ansiedad es la canción definitiva para cualquiera que alguna vez se haya enfrentado a cualquier tipo de bloqueo a la hora de escribir, de componer, de dibujar, de crear. Es el miedo al folio en blanco, o lo que sucede mientras se lidia con ello, en esos paseos del sofá a la cocina, en esa infusión, esas cervezas. La metareferencia para abrir el segundo verso justo después del estribillo “Abre los ojos y por delante el verso dos, le pone enfermo, lo está sudando igual que un virus de Sumatra” genera la sensación de que la canción habla no de cualquier bloqueo, sino del proceso de composición de la propia canción, como hacía también la cantautora indie Miren Iza (Tulsa) en Canción, incluida en Centauros (2017, I*M Records). Al final a todos nos preocupan las mismas cosas.

Por otro lado, la saga temática de canciones tituladas como Illpack de Capaz Fernández (Hablando en Plata) y Elphomega iniciada en 2002 vería en Phantom Pop su fin. El tema Illpack Debe Morir supone el cierre a esta pentalogía dedicada al universo horrorcore de thrillers y sci-fis compartido por los malagueños. Illpack Debe Morir es la canción que más remite al Elpho de los anteriores discos, no es casualidad que sea en este momento que el artista decida ponerle fin a la saga. De hecho, la otra canción que encontramos en este disco que más tiene de sus anteriores trabajos es Doppelgänger, en la que el rapero narra el encuentro fortuito con su gemelo malvado sobre un envolvente beat de Neo cuyo estribillo machaca al oyente deletreando una a una las letras del término alemán. En cualquier caso, es significativo el tono de la canción. A lo que Elpho nos tenía acostumbrados anteriormente a la hora de relatar sus historias era a un rol mucho más dominante (aquel que posee el conocimiento o la información), no a un papel de víctima, las víctimas solían ser los otros.

Sería en mayo de 2012, casi justo un año después, cuando volveríamos a saber de Elphomega como invitado en Géminis (Good Warning, 2012), el álbum colaborativo de Doc Diamond como productor. En él están incluidos Traición y Vigilante, los dos temas en los que el rapero aparece como vocalista en solitario y que son el regreso al reverso metódico y oscuro. Si Phantom Pop cerraba con No Happy Ending, una agridulce despedida que condensa a la perfección ese “pop de sombras” del proyecto y que ofrece la cara B de la canción que abría el disco, Géminis se cierra con Vigilante uno de los temas más amargos de la carrera de Elphomega, algo así como una réquiem fúnebre para el mundo. Ese sampleo de una voz melancólica, que a día de hoy aún no consigo descifrar qué dice, genera una atmósfera desasosegada y opresiva. En el estribillo Elpho parece despedirse de los vigilantes, en una referencia a Watchmen implícita desde el propio título de la canción. El resto de la letra está llena de referencias a la cultura pop americana, desde los propios cómics de Alan Moore, pasando por el cine de Abel Ferrara hasta la relación de Angelina Jolie con Billy Bob Thornton o Brad Pitt. Sin embargo, lo que más me inquieta de la canción acaba siendo ese cierre en el que imagino a un antihéroe que ha fracasado viendo como su ciudad se hunde, a un artista cuyo público no supo entenderle.

“Yo sólo quería salir a la calle con una máscara y un palo 
porque yo creo en el soul 
les cuento, yo les hablo de cosas pero no entienden nada 
no entienden nada…”

El agotamiento de la fórmula tradicional del rap mainstream español que había imperado durante la primera década de los 2000 fue palpable en la necesidad de Elphomega y Doc Diamond de reinventarse en Phantom Pop. En esa misma línea, la evolución posterior del rapero formando Catatara junto a Piti Elvira creo que reflejaba la necesidad de alejarse de los circuitos y códigos de su propia escena. Piti Elvira era parte en aquel momento de los ya disueltos Standstill, banda clave del underground indie barcelonés. En el proyecto también se encontraban el batería Ricky Lavado, miembro de algunos de los grupos más intimistas y originales que ha dado el indie español, como Nudozurdo o The Secret Society, y el vocalista Enric Montefusco que lanzaría su propuesta homónima en solitario tras la disolución de la banda. Piti Elvira se uniría junto a Elphomega en la aventura de Catarata, un grupo que aunaría el folk-rock y el rap de una forma genuinamente orgánica. Aunque sus dos primeros singles habían sido lanzados en formato EP en marzo de 2011, una semana antes del estreno de Phantom Pop, no sería hasta febrero de 2014 que lanzarían el largo homónimo Catarata (Navaja Suiza, 2014) tras una campaña de crowdfunding.

El camino de Elphomega se ha abierto desde la sombra hacia la luz y Phantom Pop es el mejor reflejo de esta duplicidad, por eso no es casual que en sus proyectos paralelos del momento encontremos los polos opuestos: la más oscuridad y desolación de Géminis y el folk naif-luminoso de Catarata. Phantom Pop es su disco bisagra. Es aquel en el que un artista ya con perspectiva de sí mismo decide que su versión hermética y personal del joven rapero (encarnado en ese psycho killer arquetípico de sus dos primeros discos) coexista con un yo más maduro abierto hacia un mundo de sonidos, sensaciones y temáticas diferentes de las que el rap español nos tenía habituados.

Phantom Pop es un disco atemporal por muchos motivos y aquí he intentado explicar algunos. No ha envejecido porque se escapa a la concepción temporal. No sé si sería pertinente ubicarlo como anacrónico en los términos en los que Giorgio Agamben se refería al tratar lo contemporáneo. En cualquier caso, todo esto no deja de ser mi interpretación personal del mismo y el deseo de querer darle coherencia a todas las sensaciones. Han pasado diez años y se ha publicado mucha música desde entonces. El mismo Elphomega ha lanzado tres discos más, el último, Truly Yours (Ruanda Records, 2020) se estrenó hace poco más de tres meses. Echando la vista atrás, la carrera de Elphomega es una de las más longevas e interesantes que ha dado el rap español, dando un perfecto ejemplo de cómo madurar, envejecer, reinventarse y explorar nuevas vías sin perder la voz propia. Pese a ello, lo aquí escrito es más bien una carta de amor a Phantom Pop, y por ende también a Elphomega, Doc Diamond y todo aquel implicado en la elaboración del disco. Aunque haya épocas en las que me pueda olvidar de su existencia, la emoción que siento cuando vuelvo a escucharlo permanece intacta, así que celebro su décimo aniversario.

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