Hay quien considera a Ta Nehisi Coates un izquierdista. Alguien que responde a la perfección a ese arquetipo de intelectual negro militante que cualquier blanco tiene alojado en su cabeza. Sus libros – especial a atención al maravilloso Entre el mundo y yo ( Seix Barral)- pero sobre todo su labor como analista para The Atlantic, han hecho de él uno de los nombres de referencia del nuevo periodismo americano, pero también uno de los más controvertidos. Por eso, cuando anunció que iba a hacerse cargo de la nueva etapa del Capitán América, cundió el pánico entre el fandom comiquero más blanco y conservador.
¿Es realmente Coates un izquierdista radical? En su columna de opinión para The Guardian, Cornel West trazó un despiadado perfil, que lo llegaba a definir como el máximo representante del neoliberalismo negro. Un tipo cegado por un tribalismo racial y neoliberal, incapaz de cuestionar en su discurso los efectos del capitalismo o el imperialismo americano y mucho menos, prestar la más mínima atención a la vida real de la clase trabajadora negra, o a la de cualquiera afectado por la pobreza, la violencia y la exclusión en la América de nuestros días. Si hacemos caso a West – uno de los mayores símbolos vivos de la izquierda negra americana- la paradoja salta a la vista. Un neoliberal al que muchos siguen tomando por izquierdista, se hace cargo de las aventuras de uno de los superhéroes más izquierdistas que existen pero al que muchos, sin embargo, siguen tomando por un símbolo conservador.
Si no has leído muchos tebeos del Capitán América, es posible que te sorprenda una afirmación como ésta. Pero, si sigues más o menos de cerca sus aventuras, sabes de sobra que para sostenerla ni siquiera hace falta remitirnos a aquel célebre- y ya trillado- articulo de José Saturnino Martínez en Le Monde Diplomatique ( “Capitán América, Republicano auténtico”) de hace unos cuantos años. Ya todos sabemos que el Capi nació en los 40 como arma propagandística antifascista. Un hijo legítimo del optimismo Rooseveltiano, ese que -incluso desde la ingenuidad- ha dado brillo y sentido a lo que se supone que es el sueño americano, con sus valores absolutos de libertad, igualdad y solidaridad ¿Pero qué ocurre cuando ese ideal ha de salir a las calles y enfrentarse a la realidad? En los 70 Steve Englehart fue uno de los primeros en percatarse de lo interesante que resultaba adentrarse en este eterno conflicto, y también uno de los pocos capaces de llevarlo al límite. Él fue el culpable de que nuestro Capitán perdiera al fin su inocencia – algo que según cuentan, Jack Kirby no perdonaría jamás- desconfiara de su propio gobierno, renunciara por primera vez al escudo, y se lanzara a recorrer Estados Unidos en busca del verdadero sentido del sueño americano.
Desde entonces, han sido muchos los han querido también explorar este conflicto. Puede que algunos, como DeMatteis en los 80, se mostraran mucho más interesados en el Steve Rogers persona que en el héroe o la leyenda viviente. O que otros como Brubaker en los 2000s, prefirieran centrarse en el supersoldado, y en cómo esa leyenda debía sobrevivir a la propia persona. Poco importa lo diferentes que resultaran sus perspectivas. Todos y cada uno de los que han pasado por el personaje han tenido siempre el irrefrenable deseo de mostrarnos su visión acerca de la dualidad que el Capi representa: la de la América que debería ser, frente a la América que en realidad es. Así que si eres de esos ingenuos que todavía se está preguntando hasta qué punto las ideas políticas de Coates influirán en lo que podremos leer a partir de ahora en el cómic, no podemos más que invitarte a echar un vistazo a tu colección de viejos tebeos para encontrar la respuesta. Desde el mismo día en que se asomó a una portada dándole un puñetazo a Adolf Hitler, la política ha sido el gran catalizador de las mejores aventuras del Capitán América. Y así seguirá siendo siempre. Con o sin un autor como Ta Nehisi Coates al frente.
Su fichaje se anunció en Febrero, y desde entonces hemos ido conociendo poco a poco sus intenciones. Lo primero, retomar el final de Imperio Secreto y mostrarnos a un Capitán América que debe lidiar con las trágicas consecuencias de esta saga. En realidad, un escenario que recuerda bastante al que se topó cuando aterrizó en la colección de Pantera Negra. Un punto de partida narrativo similar- en aquel caso las catastróficas consecuencias de los ataques de Namor y Thanos a Wakanda- que ha aprovechado como excusa para apropiarse de la mitología del Rey-superhéroe africano, retomar la mejor parte del legado de sus predecesores – en especial Don McGregor y Christopher Priest-, e hilar una sombría fábula política en la que nos ha hablado de raza, colonialismo, religión, feminismo, homosexualidad y buena parte de todas esas obsesiones que pueblan su obra como ensayista desde hace años.
Si has leído a Coates antes y te acercas a su Pantera Negra, reconocerás su voz al instante. Si eres un lector habitual de cómic mainstream americano, es muy probable que te sientas abrumado. Su estilo narrativo es denso y por momentos, muy poco visual. Da la sensación de concebir sus arcos como si de un único libro se tratara, pensados para ser disfrutados del tirón y no por entregas mensuales. La acción escasea, pero sus personajes hablan. Y hablan mucho. Pero no busques diálogos ingeniosos repletos de punchlines a lo Brian Michael Bendis. Coates exprime el lenguaje, pero no como un simple ejercicio de estilo. Sus diálogos quieren hacernos bucear en un profundo mar expresivo de inequívoca raíz literaria que, por momentos, llega a situarse en el justo y peligroso límite de lo pretencioso. Tanto, como para que todo aquel que intente emular su tono -como ha sido el caso de Roxane Gay en la ya cancelada World Of Wakanda– caiga en el completo ridículo. Y así, con ciertos titubeos pero sin dejar de crecer como autor, es como ha pasado de explorar a trompicones las posibilidades del medio a hacerse casi por completo con todos sus códigos. Como aquel Pasolini que un buen día decidió coger una cámara por primera vez y ponerse a rodar Accatone por una pura necesidad creativa, Ta Nehisi Coates ha dado un salto sin red a un medio que desconoce para contarnos un puñado de buenas historias, pero también para encontrar nuevos -y puede que definitivos- caminos expresivos a sus palabras.
Con estos antecedentes, no resulta raro el que muchos hayan echado a volar su imaginación. En su mente, el Capitán de Coates se ha transformado en una masa informe y blandengue que parece salida de las peores pesadillas de Frank Miller. ¿Un supersoldado sensible y vegano, que mitiga su sentimiento de culpa filosofando, salvando ballenas y preocupándose por los derechos de la comunidad LGTB?. No lo creo. Desde el principio, Ta Nehisi ha repetido sin descanso que su intención no será poner sus palabras en la cabeza del Capitán América sino más bien al contrario. En realidad, y si le hacemos caso, su verdadero reto pasará por intentar comprender todo lo que ocurre en la mente de Steve Rogers. Un hombre tan fuera de su tiempo como el ideal que debe seguir representando, en mitad de un país destrozado y dividido tras la fallida revolución fascista de Hydra y su falso Capitán América.
El pasado 4 de Julio se lanzó el primer número de esta nueva etapa del Capitán América. Teniendo en cuenta que aun faltan varios meses para que Panini lo edite en España, no vamos a entrar en demasiados detalles acerca de su contenido. Pero si podemos adelantarte que, como ya se preveía, Coates se ha llevado por delante toda la carga nostálgica que transmitía Mark Waid en su reciente y breve paso al frente de la serie. Y que como también todos imaginábamos, el trabajo de Leinil Yu en la parte gráfica es más que sobresaliente.
Así que, aunque está todavía por ver como encajarán temas como el racismo o la negritud en la colección – ¿Volverá a ganar peso la versión más clásica de su bromance con El Halcón? ¿Tratará de restaurar la dignidad perdida de Lemar Hoskins tras su lamentable etapa como el “Black Bucky” de los 90?-, o si se atreverá a introducir temas como la homosexualidad o el feminismo en sus páginas, una cosa parece clara: Lo que estamos a punto de leer no va a ser una etapa de transición al estilo de las de Waid o Dan Jurgens. Pero tampoco una excentricidad como las de Rick Remender o, poniéndonos más dramáticos todavía, una impresentable charlotada como la de Rob Liefeld. A partir de ahora nada volverá a ser lo mismo, ni para nosotros ni para el Capitán América. Ocurrió con Englehart, ocurrió con Brubaker y todo parece indicar que volverá a pasar con la llegada de un autor del calibre de Ta Nehisi Coates.
“I’m loyal to nothing, general … except the dream.” ( “No soy leal a nada, general…excepto al sueño”). Cualquier fan de Marvel reconocerá esta frase al instante. Desde que Frank Miller hizo que el Capitán América la pronunciara allá por 1986 en su clásico Born Again, se ha convertido en uno de los momentos más icónicos en la historia del Capi. Que Coates se remita a ella una y otra vez cuando habla del personaje, tiene muy poco de casual. En pleno 2018, con unos Estados Unidos deformados por la ultraderecha, la pobreza, el racismo, la violencia y el más salvaje individualismo, la verdadera pregunta quizás no sea si hay alguien que todavía crea en el sueño americano sino más bien, quien necesita todavía creer en él. Lo que el bueno de Ta Nehisi viene a decirnos es que esta vez no hace falta que el Capitán se despoje de su escudo y recorra el país en busca del american dream. Ha llegado el turno de América. Y por más que le pese a un viejo cascarrabias como Cornel West, es ahora la nación la que necesita ponerse en marcha y acudir a Steve Rogers. Y no sólo para recuperar la fe en su descolorido sueño, sino también en su propia identidad.
Llevo más de diez años escribiendo sobre música para diversos medios de prensa escrita y digital. Durante este tiempo he escrito para revistas como las ya extintas Serie B Underground Magazine o DOVP, y colaborado con páginas como Beatburguer, UMO, TIU Mag, entre otras ….actualmente reparto mi tiempo escribiendo para Enlace Funk y allá donde sea menester.