Dicen que todos tenemos dos caras: la que mostramos y la real. Y aunque todos cambiamos con el tiempo, nuestra identidad real sigue intacta – como un ideal – esperando a que volvamos a ella. Pero, si nosotros cambiamos, ¿Por qué nuestra identidad es lo único que no cambia? ¿Por qué seguimos viendo como inmóvil algo tan líquido? Cuando veo esta imagen no puedo evitar pensar en la cara de un vinilo, donde los dos Kendrick Lamar giran hasta perder su forma y convertirse en un solo, mientras la música siga sonando.
Los éxitos de Kendrick Lamar son de sobra conocidos por todos. A la extensa lista de premios musicales ya hay que añadirle un Pullitzer. Pero es cuando te fijas en las aristas que componen su marca cuando te das cuenta de la profundidad de sus palabras. Cuando la luz del sol de su Good Kid, m.A.A.d. City y To Pimp a Butterfly muestran las sombras de DAMN. Y estas sombras son alargadas: depresión, alcoholismo, embarazo de su hermana adolescente… Kendrick no es un líder, simplemente es Kendrick.
Cuando miro el diseño de Daniel Gómez sólo veo dos caras que se funden y dejan de existir por separado. Como las de una moneda. Como las de cualquiera dde nosotros. No era el nuevo Tupac, simple Kendrick.
“Todo el mundo respeta al tirador pero sólo el que está frente al cañón será respetado para siempre”
Sociólogo retirado y periodista amateur. Escribo de música porque es lo que ahora mismo me llama la atención, el día que deje de hacerlo me verás escribiendo sobre otras mil cosas: cómics, cine, literatura… lo que sea. He estado en mil y un proyectos pero nunca como en casa.