Corría el año 2009 cuando conocí a Muse. Jugando a Guitar Hero 5, escuché una canción llamada Plug in baby con un riff diabólico que me maravilló. Perdí la partida, porque era –y sigo siendo–, como se dice en la jerga del mundo de los videojuegos, un auténtico ‘manco’, pero su melodía y fuerza quedaron grabados en mi mente. A partir de ahí escuché la música de ese trío británico con gran devoción, descubriendo canciones con euforia y deseo. Se podría decir que Muse era mi banda favorita, a la que siempre defendía por encima de todas. Pero progresivamente, al mismo tiempo que Muse iba mutando su estilo también lo hacían mis ganas por seguir escuchándolos. El entusiasmo con el que reproducía una y otra vez sus discos fue cambiando a desencanto, y temo que algún día llegue a la indiferencia.
La evolución de Muse no es algo singular. En el mundo de la música es algo común que los grupos cambien su estilo hacia algo diferente a lo de sus inicios. De hecho, es bueno. Con el tiempo, las modas y los gustos cambian y muchos grupos deben de amoldarse a esto. La evolución de Muse no es algo raro, porque son expertos en seguir la senda del mainstream, al menos desde The Resistance.
Y esto es lo preocupante. Desde 2009 –justo el año que los descubrí, menuda paradoja– Matt Bellamy y compañía se han decantado por canciones facilonas, muy fuera del estilo de sus primeros trabajos. Escuchad Showbiz, la sexta canción de su homónimo primer disco, y acto seguido poned Madness, la segunda de su penúltimo álbum. Esto es una terapia de choque que os hará pensar que, si no fuera por la voz de Bellamy, son canciones que pertenecen a bandas distintas.
Pero claro, esto no sirve de nada para ver su evolución. Si tuviésemos que definir los primeros discos de Muse –por primeros discos hago referencia desde Showbiz (1999) hasta Black Holes and Revelations (2006)– con un adjetivo ese sería épicos. Las canciones de estos trabajos nos hablan de temas como el apocalípsis, los misterios del espacio exterior, los cambios en la personalidad, la rebelión contra la opresión o temas más concretos como el efecto mariposa. Por supuesto, también tienen temas que tratan las relaciones humanas o las relaciones de amor, pero todo desde un prisma místico, melancólico y nunca de una forma explícitamente descarada. Además, la fuerza que demuestran en sus composiciones es tremebunda. Matt Bellamy, consigue transmitir de forma instrumental todo este ambiente épico a través de las melodías de guitarras o piano, sus riffs y los no muy abundantes solos. El bajo de Christopher Wolstenholme tiene además un peso muy importante, que se deja ver en canciones como Hysteria o Hyper Music. Destacar que el piano también es un elemento trascendental dentro de su obra. Mediante el uso de éste se consigue buena parte del toque épico.
En su siguiente álbum comenzamos a ver algo diferente. The Resistance (2009) significó un antes y después en sus composiciones. Muchas de ellas seguían hablando de los temas que he mencionado anteriormente, pero parecía que los de Devon querían enfocar su música a un público que no tenían antes. Comercializarse como aquel que dice. Este álbum se encontraba a caballo entre sus primeros trabajos y sus dos siguientes discos. Vemos auténticos himnos de estadio como Uprising, canciones poderosas como Mk Ultra o el trío final de canciones que conforman la sinfonía de Exogénesis. Al mismo tiempo vemos canciones que hacen arquear cejas a los conocedores de los primeros discos como I belong to you o la propia The Resistance. Es un álbum bisagra en lo tocante a cambio de estilo para Muse, y se notaría con sus dos siguientes discos.
Con The 2nd Law llegaron muchos cambios. Llegó el dubstep. Llegó el funk. Y llegó Madness. Este trabajo provoca un levantamiento de hombros, una especie de yo que sé al escucharlo. Obviando Survival el resto de canciones pasan sin pena ni gloria, y no tienen esa aura que caracterizó a la banda en toda su anterior discografía. Todo esto se confirmaría tres años más tarde con Drones, su último álbum. Aquí definitivamente parece que la musa que iluminaba las mentes creativas del trío británico se había tomado un trienio sabático. Vemos canciones de todo tipo, composiciones duras, con reminiscencias a temas anteriores; pero todo ello con una visión de cansancio. No hay nada de la frescura que transmitían en los primeros discos. Fijaos, por ejemplo, en Reapers. Empieza con un riff/solo tapping de Bellamy como diciendo ‘Aquí estoy yo, soy un hacha, y mira que estilo más duro’, pero el resto de la canción parece un sí pero no, con un solo de guitarra que se queda a medio camino y con un final de canción monótono y pesado. Y así en todo el disco.
Muse fue una de las bandas referentes dentro del rock alternativo de principios del siglo XXI. Las poco comunes letras de sus canciones, las composiciones tan originales que hacían o sus enérgicos directos consagraron a una banda que poco a poco ha ido perdiendo su sello de identidad. No es el primer grupo al que le pasa, ni será el último. El caso de Muse es el mismo que el de muchos grupos que han optado por dotar de un aire comercial y no experimental a sus nuevos temas. De adaptarse a las modas del momento, como el dubstep, para poder abarcar a un mayor público. Y per se esto no es malo para ellos, de hecho, les está saliendo redondo. Pero ver como bandas como Radiohead, que también fue una de las referentes dentro del panorama rock alternativo, evoluciona hacia una vertiente más personal y les funciona, no hace más que, como fan de Muse, frustrarme porque sé que ellos también lo podrían haber hecho.
Este año lanzarán Simulation Theory y ya han sacado a la luz dos temas que, además de recordarme en los videoclips a la estética de Kavinsky, me transmiten eso, un desencanto superlativo que, poco a poco, como ha sido la evolución del estilo de Muse, se va transformando en indiferencia.
Tienes toda la razón! Yo ya soy 0, 5 fan de Muse (el coma cinco es de sus primeros álbumes muy, muy lejanos…)
Muse se ha convertido en la banda de los “cuarenta al uno” de los 40 principales compartiendo posiciones con Malú, Maluma y espécimes parecidos. Una decepción.
El último álbum ya es el apogeo del desencanto superlativo que dices!
En fin, feliz Navidad y arriba Radiohead!
Sinceramente, no he leído todo en vuestros escritos. Quizás tengo prisa en expresar algo, quizás se me hace cansino (mil perdones!!. Realmente no es mi.pretensión ni deseo de discusión).
Me presento. Me llamo Angel (pónle acento si te rota, si no déjalo en.paz).
Escribo desde el móvil, por lo ue habrá faltas de ortografía y/o puntuación que YA no corregiré.
Entré en contacto con la música de Muse hace no mucho. Tal vez una par o tres de años. En Rock FM. Pensé: ostias Pedrín, quienes son estos Pollos!….Mu sé!, pero lo.supe. Me gustaron por su frescura, carácter, calidad y composición musical. Son Buenos, pensé.
Después de oir varios de sus albumes, reconocí en muchos de sus temas el espíritu de muchos otros grupos. Inicialmente, me sorprendió porque sus temas me recordaban otros de épocas antiguas. El abanico fue inexplicable. No podia asimilar que un grupo actual tuviera la impresión musical de tantos grupos desde tiempo ha. Seguí oyendo sus temas y me emocioné por haber conocido un grupo de genios musicales que pueden expresar tanto en tan poco (varios temas) y hacerlo intemporal. Tantos grupos, artistas, genios expresionistas musicales (a mi parecer) con una calidad y particularidad que transmiten el ímpetu de la música pudiendo recrearse en la majestuosidad de cada uno de los grupos. Sin pretensiones, pienso o deseo pensar, en cuanto a los que puedan parecerse pero.con la.maestría tanto técnica como cualitavamente en lo que a sus resultados se refiere. Podría escribir mil.palabras más, pero el resumen lo tengo claro. Músicos, majestuosos, profesionales e imaginativos. Chapeau, mes amis!