La mitología que envuelve la figura de un rey adultera su propia historia y lo convierte en leyenda. Quizás, con un poco de suerte y una masa suficiente de acólitos, llegue a convertirse en una deidad. Pero a todo Dios le llega el momento de hacer frente al no creyente y revestirse de huesos, sangre y carne para probar su existencia: plantar cara a sus demonios y convertirse en un ente superior o quedar desnudo y vagando sin rumbo, como un igual, en el plano terrenal.
Corría el año 2011 cuando J.Cole era un joven príncipe que opositaba al trono del Conscious rap junto a su amigo Kendrick Lamar. Ellos representaban la autenticidad en una industria musical asfixiada por los clichés y las canciones prefabricadas con tintes sureños. Pero como en cualquier tragedia ‘shakesperiana’, sólo uno se convertiría en rey. Grammys, Pullitzer, crítica; la historia del Rey Kendrick Lamar ya la conocemos pero… ¿qué pasó con el bueno de Jermaine?
A pesar de su fantástico 2014 Forest Hills Drive, el artista de Fayetteville quedó eclipsado por el talento de Kendrick Lamar para el Conscious Rap. J.Cole ha pasado los últimos años moldeando su imagen y su música hacia un concepto mucho más “auténtico” y minimalista, alejándose voluntariamente de los focos que le brindó el apoyo de Jay-Z en sus inicios. El artista decidió apartarse de las nuevas tendencias venidas del sur, algo así como El Dorado dentro de la música, y siguió su propio camino hasta conseguir la legitimidad para ser coronado rey. Algunos acólitos le siguieron, otros no. Sea como fuere, esta decisión desemboca en K.O.D., donde el artista expone, para bien y para mal, todo lo que le convirtió en candidato al trono.
K.O.D tiene tres significados sobre los que J.Cole se desliza durante el álbum según más le convenga. “King Overdosed”, “Kids On Drugs” y “Kill Our Demons” son los tres pilares que sustentan el trabajo desde el punto de vista temático. Además, nos volvemos a encontrar con un LP sin colaboraciones, a excepción de kiLL Edward, que es el mismo J.Cole con el pitch bajado; algo que se veía venir a leguas.
Kill Our Demons
Si algo ha caracterizado la discografía de J.Cole hasta el momento ha sido la culpa y el arrepentimiento que daban sentido a cada uno de sus álbumes. En esta ocasión, no iba a ser diferente. Por eso en Intro (KOD), Cole planta la semilla del concepto del disco mediante una voz robótica que nos explica que la vida es una mierda pero que siempre hay dos caminos para elegir: reír o llorar.
Lo que empieza pareciendo un posible disco de El Chojín termina siendo un más que respetable intento de mostrar sus debilidades. No es la primera vez que el cantante se mueve entre la autenticidad más pura y la sensiblería ‘coelhiana’. De hecho, lo mejor que se puede decir de Photograph es que recuerda al Isaiah Rashad de los ritmos neoyorkinos lentos y los estribillos arrastrados.
Sin embargo, en Once an Addict sí que empezamos a ver al Cole más auténtico cuando nos presenta por primera vez todos los problemas que tuvo con su madre. Ella era alcohólica y no superaba la ruptura con su padrastro; él era demasiado pequeño para hacer frente a esta situación y la odiaba. Los vientos de la instrumental golpean fuerte en la cabeza del oyente, durmiéndolo y recreando en la cabeza la imagen que construye Cole con su voz.
“All I wanna do is kill the man that made my momma cry”
Algo que aprendemos a estas alturas del álbum es que su padrastro, quien abusaba de su madre, se llamaba Edward. De ahí que la obvia colaboración fantasma tenga ese nombre. Toda una declaración de intenciones que explota en The Cut Off, donde este personaje intenta que Cole se abandone a las drogas y el alcohol. Sobre una instrumental Lo-Fi clásica, acompañada de un suave piano, volvemos a ver la vena más santa de J.Cole dando clases de moral y allanando el camino para ver sus frases impresas en alguna colección de tazas para adolescentes. Lo mismo ocurre en Window Pain (Outro), donde lo único salvable es la niña de la intro.
Kids On Drugs
La segunda acepción del título es una crítica a la nueva generación de ‘Mumble-raperos’ que se pasan el día enganchados al Xanax y demás drogas. Nos hemos pasado toda la vida criticándole a J.Cole que no se mojara nada en sus canciones y cuando lo hace nos damos cuenta que se ha convertido en tu primo mayor, el que no defiende el feminismo porque busca la igualdad. De Kevin’s Heart sólo tenía apuntado “y llegamos al tema rap del 2005”, así que pasemos a la siguiente canción.
“I’m a fake nigga and it’s never been clearer
Can’t see myself when I look in the mirror”
En Friends nos encontramos ante un buen intento de abordar los motivos por los que gran parte de la comunidad afroamericana de Estados Unidos termina enganchada a la droga. Pero como siempre suele ocurrir con J.Cole, termina engullido por su propio intento de ser auténtico al decir que la vía de escape al consumo de drogas es la meditación.
En Motiv8 nos cuenta que también estuvo enganchado al dinero. El problema es que lo único salvable de la canción es el sample de Get Money de Junior M.A.F.I.A y el estribillo. El inconveniente principal de la canción, y del álbum entero, es que la sombra de Kendrick Lamar planea sobre la estructura, las instrumentales y los rapeos. Sobre todo se nota excesivamente en K.O.D. y en ATM, donde la instrumental de Deputy (Bitch better have my money) eclipsa al rapero de Fayetteville por completo.
“Life can bring much pain
There are many ways to deal with this pain
Choose wisely”
J.Cole, King Overdosed
Pero a pesar de sus sombras, las virtudes de J.Cole lo siguen manteniendo como uno de los reyes del nuevo Conscious rap, y quiere que quede claro. Desde la portada a 1985 (Intro “The Fall Off”) vemos su obsesión por remarcar su lugar en el reino. Este último track es una advertencia a Lil Pump y a toda la nueva generación de trolls que inundan la industria de la música actualmente de que pueden joder entre ellos pero no con él. Una canción que se podría resumir en “lo fácil es llegar, lo difícil mantenerse” pero que nos da la oportunidad de ver el ingenio que esconde el rapero entre toneladas de sensiblería y remordimientos injustificados.
Es difícil saber qué lleva a J.Cole a elaborar un álbum en el que esté más preocupado de concienciar a sus jóvenes fans que de crear música. Quizá debería aprender de Gucci, quien conciencia desde el ejemplo. Al final, es muy difícil querer ser el rey del Consciuos Rap cuando hace muchos años que no hay reino y los campesinos intentan asaltar el trono por sus hermanos caídos. Porque un mártir siempre será más poderoso que un rey y, hoy por hoy, J.Cole no es Pimp C.
Sociólogo retirado y periodista amateur. Escribo de música porque es lo que ahora mismo me llama la atención, el día que deje de hacerlo me verás escribiendo sobre otras mil cosas: cómics, cine, literatura… lo que sea. He estado en mil y un proyectos pero nunca como en casa.