Qué difícil es leer (y traducir) a Virginia Woolf

“Pero sí, venceré todo este desánimo. Se trata de dejar que las cosas vayan llegando, y afrontarlas una después de la otra. Ahora, por ejemplo, se trata de preparar bien el bacalao”
Virginia Woolf

“Sería muy fácil esbozar a una Virginia Woolf torturada, incapaz de repetir sus hazañas, bordeando el suicidio. Sería, sobre todo, un retrato errado y simplista”
Lucía Lijtmaer

He empezado a leer este libro totalmente superado: no tengo ningún derecho a opinar sobre Virginia Woolf ni como escritora ni como icono. Realmente no tengo derecho a hablar de nada. El prólogo de Lucía Lijtmaer, la introducción de Gonzalo Torné y los anexos de Itziar Hernández Rodilla en Escenas de una vida: matrimonio, amigos y escritura (Clave Intelectual) ya son suficientes, nos dan todo lo necesario para entrar a la escritora y su escritura sin que ningún periodista tenga opción de aportar nada de valor. Solamente leyendo las páginas que abren “La vida de mis amigos” en las que habla de Katherine Mansfield dejé de intentar pensar en algo que no fuera lo difícil que es leer a Virginia Woolf.

Itziar Hernández Rodilla me ofreció su ayuda como traductora de Woolf y le envié un párrafo de ansiedad con todo lo que tenía en la cabeza.

“Traducirla es duro para mí, pero adoro como escribe. Lo más duro es saber que por bien que lo hagas no puedes conservar su inglés, que es lo mejor de su escritura: la forma en que maneja la lengua. Su manejo del lenguaje se puede reflejar pero no reproducir con exactitud, a pesar de que se ha hecho muy bien en español”.

Leer y traducir a Virginia Woolf es difícil porque siempre va a costarnos distinguir la fragilidad de la transparencia que genera la exposición. Porque la contradicción genera crispación. Porque es incómodo leer tal hipersensibilidad y envidia que intenta cubrir muchas veces con elitismo, clasismo y una crueldad totalmente sincera. Virginia Woolf también era consciente de su posición de mujer con poder económico y social, una que podía empequeñecer a los demás. Escribe con la intención de publicarlo en algún momento, de ahí surge Escenas de una vida: matrimonio, amigos y escritura, y todo eso es muy difícil de conservar en una traducción.

Nadie es tan consciente de su (la) escritura como ella. De la literatura y su no importancia, de la no importancia de las palabras y, a pesar de ello, de la relevancia de estas cuando quedan por escrito. De las novelas como analogía de la vida real, de cómo esa proyección las convierte en trascendentes sin serlo realmente porque al final trasciende quién las escribe y eso era lo que quería. Se anteponía al lenguaje para entenderlo y controlarlo.

“¡Qué agradable poderle destruir la carrera literaria a alguien en una sola noche!”

Todo en Virginia Woolf era consciencia.

“Ella misma decía que estaba ‘todo en el ritmo’ y que, una vez que eso se comprendía era imposible utilizar palabras equivocadas. ¿Tienen trascendencia solo cuando forman un libro? no sé, ella escribe diarios para publicarlos, así que debía de pensar que cierta trascendencia había. Y, desde luego, creyese o no que la trascendencia es falsa, aspiraba a ella y veneraba la escritura de ciertos autores, así que ¿no es eso trascendencia?”

Era consciente de su obsesión con el oficio, de la idea de trascendencia como sinónimo de inmortalidad y sus consecuencias. De la incapacidad de la crítica para generar una opinión que busque la literatura por tendencia hacia el yo ignorando la idea de generar redes de pensamiento y análisis. De la amistad como forma de incapacidad crítica, que lleva a la envidia o admiración desmedida. Del ansia de amistad para acabar por juzgar con crueldad. De su intención de conocer de fuera hacia dentro para formar una opinión, dejarse llevar por sus cambios y detestar o adorar los nombres por lo que representan. Esquiva la crítica porque no la relaciona con la opinión fundamentada pero la necesita para sentirse valorada aunque no quiera que represente la opinión de una obra.

Virginia Woolf era consciente del tiempo, del espacio, del contexto, de todo. De que la escritura es frágil cuando se reduce a la intimidad, por eso dibuja y desdibuja en sus libros. Igual que en Las Olas pinta un espacio y un tiempo antes de los diálogos de los personajes, en sus opiniones sobre escritoras y escritores pinta sus descripciones para ir deformándolos con sus análisis. Escribía las palabras de forma que todo quedaba dentro de ellas. Leer a Virginia Woolf con atención es tomar conciencia de lo poco que sabíamos de ella*.

En sus opiniones sobre los personajes que le rodean, en su tweets (porque el capítulo “Mis pensamientos” son tweets que ahora publicaría si fuera de nuestra época) y en su visión de la vida y el matrimonio se lee esa consciencia. Cuando dijo que “el tema propio de la novela no existe: todo constituye el tema propio de la novela” es porque esa idea de la novela como algo que debería recoger lo que recorre la mente de sus personas/personajes a lo largo de una vida es su pilar para escribir. Sabe lo que quiere decir y lo dice. Percibe el ritmo antes de llenarse de ideas hasta en la supuesta libertad que le proporciona escribir un diario. Su relación con la escritura condiciona sus textos porque su cabeza funciona siempre dentro de ella aunque lo que buscara estuviera fuera. Es práctica, ordenada y eficaz.

“En Escenas de una vida, las palabras de Woolf están escogidas, descontextualizadas y ordenadas: la impresión que dan es obra de quien ha hecho esas tres cosas, y ese es Gonzalo. Virginia Woolf era crítica y era cruel. Creo que era consciente de ello y que intentaba corregirse, pero era clasista, elitista, altiva y muy irónica (lo cual suele denotar gran inseguridad). No sé si realmente buscaba evitar la crítica. Leía las reseñas que le hacían en busca de la loa, eso sí, y le afectaban bastante, aunque las ironizaba (hay una ironía así en los agradecimientos de Orlando)”

Escenas de una vida: matrimonio, amigos y escritura pasa por absolutamente todas las ideas de Woolf que la unen a la escritura. A su escritura. Está viva en cada página, en casa insulto y reflexión. No se lee como un libro que recupera el material de una escritora muerta, una suicida, enferma, maldita o atormentada: se lee para entender su trabajo. Para entender a alguien consciente de todo, incluso de su enfermedad. Leer a Woolf agota, cuando acabas lo que necesitas es, primero, salir a caminar, después, tomar algo; y, por último, quedarte sentado e imaginar todas las cosas que quedan por leer.**

“Siete personas dependen económicamente de lo que mi mano escriba sobre un pedazo de papel. Es un orgullo y un reconocimiento para mí. Ya no se trata de esbozar mis fantasías, estoy procurando una casa y comida a siete personas”


*Frase original de Virginia Woolf hablando de George Eliot: “Leer a George Eliot con atención es tomar conciencia de lo poco que sabemos de ella”.
**Frase original de la Carta de Virginia Woolf a Lytton Strachey: “En general, lo que me gusta es, primero, salir a caminar; después, tomar té; y, por último, quedarme sentada e imaginar todas las cosas agradables que podrían sucederme”.

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