Estoy casi convencido de que las convicciones de las personas pasan de ser tan duras como el hierro a la de un regaliz al ver la muerte cerca. La suya o incluso la de sus cercanos. Pero mucho más la suya. El realismo se ve eclipsado por el miedo y la certeza de que tu vida está acabando. Lucky es el camino hacia la muerte de la persona que todos queremos ser, el que mantiene su hierro.
El nivel de la primera película de John Carrol Lynch, actor de Fargo, La invitación, Shutter Island o Zodiac, es culpa de Logan Sparks y Drago Sumonja, sus guionistas. Con un día a día que nos lleva al año 2016 y al Paterson de Jim Jarmusch; una gestión del ritmo y unos planos largos que recuerdan a otro Lynch, David; un Macguffin -casi olvidado últimamente-; y un Harry Dean Stanton más grande que el sol que mantiene el desierto como debe estar, seco, pero que desgraciadamente se ha escondido para siempre. Su papel de Lucky hace que pensemos en el Travis de Paris, Texas y el Carl Rodd de Twin Peaks.
Lucky es la despedida involuntaria de Harry Dean Stanton. O no tan involuntaria, porque en el reparto hay infinidad de amigos y en la vida del protagonista infinidad de datos de la vida del propio actor. Lucky es la Biblia según un ateo. Porque el personaje protagonista, a sus 90 años ve cerca su final y decide seguir cruzando los caminos áridos de casa al bar, la tienda y el pub.
Y así la vida pasa de la nada al todo. Del “será como arbusto en el yermo y no verá el bien cuando venga; habitará en pedregales en el desierto, tierra salada y sin habitantes” (Jeremías 17:6) al “”El realismo es la práctica de aceptar una situación tal como es. Quieres decir, lo que ves es lo que hay. Pero lo que tú ves, no es lo que yo veo”.
La muerte es un problema inevitable, inasumible y eterno. La vida, por suerte acaba y eso nos ayuda a ser productivos. Yo olvido las cosas, me pierdo en el tiempo y sin una fecha de entrega procrastino hasta que todo lo que tengo que hacer es para ayer.
Porque todo acaba sea bueno o malo: las películas, los libros, los partidos, los discos, las relaciones, el mundo, la moda del Harlem Shake, del Dubstep, el Myspace, el Metroflog, el dinero, la escena de Lucky cantando Volver con un castellano que ya quisiera Beckham cuando jugó en el Madrid. Si todo fuese eterno nada tendría sentido porque nada sería valioso “pero por si acaso me llevo una muda de ropa interior”.
Escritor, periodista cultural y librero en la librería 80 Mundos. Codirector de todo esto. He colaborado en medios como eldiario.es o Le Miau Noir. Formo parte de la antología Árboles Frutales (Editorial Dieciséis, 2021) y Odio la playa (Cántico) es mi primer libro.