Hace un cuarto de siglo, el reconocido fotógrafo Larry Clark, conocido por retratar a jóvenes al margen del sistema, decidió que los 52 años eran un momento idóneo para hacer su primera película. Para ello, contó con un guion escrito por un chico de 19 años llamado Harmony Korine. A mediados de los noventa, Korine (Gummo, Spring Breakers) era solo un patinador fácil de encontrar en Washington Square Park, todavía lejos de ser el director de prestigio que es ahora. Aun así, aceptó la propuesta y se basó en sus propias experiencias para escribir el libreto. Tardó tres semanas en tenerlo preparado. La combinación de los imaginarios de Clark y Korine gestó Kids, una película que cumple 25 años con su capacidad para impactar a quien la vea intacta.
La cinta, que narra un día en la vida de un grupo de jóvenes neoyorquinos, arrastra polémica desde su estreno. La exposición de los adolescentes a temas tan delicados como el sexo, las drogas o el VIH era algo inédito en ese momento y parte de la prensa calificó la cinta como pornografía infantil. Además, el estilo de la película, caracterizado por una cámara que no cesa —como si se estuviese rodando un documental improvisado—, aumenta la sensación de verismo. El entusiasmo e interés que generó Kids sirvió para que, tras su paso por Cannes y su estreno durante el verano de 1995, lograse recaudar 20 millones de dólares en taquilla, partiendo de un presupuesto de millón y medio.
Pero las críticas no evitaron que fuese situada en el lugar que lleva ocupando durante todos estos años. Kids es una película de culto desde su estreno. Y, por mucho que cambie el mundo, cada generación ve algo en ella que la hace seguir viva. Este coming-of-age tiene una capacidad de identificación mayor que otras obras que hablan del paso a la madurez de una manera más blanda e idealista. En Kids, a diferencia de proyectos similares, se narra con crudeza lo que ocurría en los márgenes.
Los jóvenes que aparecen en la cinta eran habituales de las calles de Nueva York. Chicos y chicas de clase baja que se interpretaban a sí mismos. Ya fuese en el parque, robando un litro de cerveza, fumando marihuana, esnifando popper o yendo el club por la noche, son, simplemente, ellos. Y aunque algunos, como Leo Fitzpatrick, Rosario Dawson o Chloë Sevigny, siguieron ligados al mundo de la interpretación, otros no tuvieron tanta suerte. Muertes como la de Justin Pierce, que se suicidó a los 25 años en Las Vegas, o Harold Hunter, que murió en 2006 por una sobredosis de cocaína, demuestran que las vidas reales de los protagonistas de Kids eran tan proclives a la autodestrucción como las de sus personajes.
Para entender mejor el espíritu alternativo de la película, es importante señalar que detrás de su producción, además de Gus Van Sant, se encontraba Miramax. La compañía de Harvey Weinstein, el exmagnate del cine independiente —condenado a más de veinte años de cárcel por varios casos de agresión sexual—, fue la distribuidora del film. “Kids fue la película más controvertida con la que he estado asociado”, dijo Weinstein a The New York Times. “Las vitriólicas reacciones solo reforzaron su importancia y afirmaron aún más lo especial que era la película”, afirmó. La violación con la que cierra la cinta o los intentos por parte de Telly (Leo Fitzpatrick) de acostarse con chicas vírgenes se pueden observar en 2020 con una nueva mentalidad, más consciente en materia de género que a mediados de los noventa.
La moda sigue vigente
Larry Clark aseguró que su objetivo era hacer la gran película americana de adolescentes. Y, por el camino, también logró hacer la gran película sobre el skate. Aunque en los Juegos Olímpicos de Tokio el skateboarding vaya a debutar como competición olímpica, a mediados de los noventa este deporte no gozaba de tanta popularidad. A pesar de esa marginalidad, se puede apreciar su omnipresencia en la vida esos chicos. Desde las cintas VHS que recogen trucos de patinadores hasta las tablas que siempre les acompañan, Kids es un homenaje al patinaje que no se conforma con mostrar tan solo acrobacias. La cinta de Clark recoge la esencia de este movimiento underground, conformado por jóvenes cuyo principal objetivo era ir en contra de la mentalidad de sus padres. Y que, como buen movimiento contracultural, acabó siendo absorbido y puesto a punto para su consumo.
Como ha ocurrido con tantas subculturas, todo quedó reducido a un producto asequible para cualquier interesado en gastarse el dinero. De esos jóvenes nihilistas que patinaban en las calles de Nueva York, que se reunían en un parque a pasar las horas, ya queda poco. Un cuarto de siglo después, Trasher ha quedado reducida a un estampado para sudaderas y Tony Hawk es el protagonista de una saga de videojuegos.
De esta fagocitación del mundo del patinaje por parte de la moda se puede deducir por qué la ropa que visten en Kids sigue vigente. Aunque, seguramente, nunca fue premeditado. “No era [ropa] tan comercial. No había un tipo de ropa que tenías que ponerte. Era como: ¿qué me pongo para patinar? Te pones lo que te hace sentir cómodo. Todos vestían diferente. No había uniforme. No tenías que llevar esos zapatos o esa camisa o nada. Ahora ves a los niños vestidos de punta en blanco, con la ropa de skate puesta. ¡Nunca han patinado en su vida! Ya sabes, ahora es solo una moda”, explicó Larry Clark en una entrevista en Complex.
A lo largo del metraje, se pueden ver marcas asociadas al mundo del skate como Independent, Converse o Zoo York. Además de pantalones cargo, camisetas de algodón anchas o multitud de gorras beisboleras. Pero, por encima de todas estas prendas tan actuales, es importante destacar una pequeña aparición, un breve cameo. Ocurre durante la escena de la pelea en el parque: durante unos segundos se puede ver una camiseta con el box logo de Supreme.
Aunque ahora no esté asociada únicamente al skate y sea parte del universo de la alta costura, pocas personas eran capaces de augurar lo que estaba por venir. Fundada unos pocos meses antes del rodaje de Kids —su primera tienda abrió en abril de 1994 en Lafayette Street, Nueva York—, Supreme ha acabado marcando el camino de la moda en los últimos años.
Mundialmente conocida por sus caras, escasas y codiciadas prendas, la firma creada por James Jebbia representó durante muchos años la contracultura juvenil. Pero, cuando llegó el momento, no dudó en asociarse con quien hiciera falta para dar el salto empresarial definitivo. Si se busca un momento concreto en el que se pudo cerrar su etapa como emblema antisistema, este podría fijarse en la colaboración con Louis Vuitton dentro de la colección masculina de la temporada 2017-2018.
De la mano del skate —o tal vez a su costa—, Supreme ha sido una de las principales responsables de que el streetwear se haya convertido en una tendencia más del mercado. Aunque eso haya supuesto el fin de la autenticidad que poseía antes. En el presente, la ropa inspirada en patinadores, como los chicos de Kids, es una parte del mercado del lujo. Pero, más allá de un estilo, a Supreme se le debe reconocer su aportación al cambio del modelo empresarial. Sus constantes colaboraciones, ya sea con otras marcas o artistas de prestigio, la escasez de puntos de venta o la creación de productos que son, básicamente, artículos publicitarios con escasa relación con la moda—como un ladrillo o unas galletas Oreo— han sido copiados por las grandes marcas.
Como muestra de esto, a pesar de su breve aparición en Kids, en 2015 —coincidiendo con el veinte aniversario de la película de Larry Clark—, Supreme no desaprovechó una nueva oportunidad. Ese mismo año lanzaron una colección cápsula asociada con el film. Tablas, camisetas o sudaderas con frames de la cinta demuestran, por enésima vez, la capacidad de la compañía neoyorquina para sacar rédito a cualquier situación.
Un documental desde dentro
Desde hace años, se está gestando un documental sobre la película que lleva por título The Kids. Hamilton Harris, el personaje de la cinta, que enseñó a los jóvenes de los noventa a liar un blunt, es el principal responsable de este proyecto. Su objetivo es retratar cómo era la realidad de los protagonistas fuera de las cámaras. Se trata de un documental que nació con la intención de saldar cuentas con el pasado y de cerrar viejas heridas.
“Kids trajo esa subcultura del patinaje y la introdujo a la cultura pop. Kids volvió pop a Supreme, porque patinar en Nueva York estaba muy lejos de ser cool antes de que saliera la película”, afirmó Harris en una entrevista en VICE. “Pasamos de estar en esta pequeña subcultura y de lidiar con situaciones difíciles en una ciudad que no duerme, a formar parte de esta nueva cultura pop, con todo el desorden y trauma que esto implica. Es un tema muy sensible, hay muchos resentimientos. Para mí, este documental es como un deber”, dijo. Harris, que lleva más de un lustro trabajando para sacar adelante The Kids, asegura que aunque Clark no captó su realidad al completo, en cierta forma sí que retrató la esencia del momento.
“La secuencia de la pelea, beber, pasar el rato en los apartamentos… Todo eso era más o menos nuestra vida cotidiana. Larry pudo haber visto todas esas cosas mientras salía con nosotros, eran cosas que pudieron haber pasado durante ese año. Luego Larry lo juntó en un período de veinticuatro horas. Pero todo lo demás en esa película es cien por cien real”, confesó Leo Fitzpatrick, en una conversación realizada por el veinte aniversario de Kids.
El crowdfunding, con el que se busca financiar el proyecto del documental, ha superado los 87.000 dólares recaudados, gracias a la ayuda de los incondicionales de la obra. “The Kids es un documental sobre la vida real de las personas que inspiraron la película de culto de Larry Clark en 1995, Kids. Nuestra película está actualmente en preproducción. Su intención es capturar la magnitud que aquella realidad tuvo a nivel emocional y vital en los chicos de Kids. Y lo que experimentaron antes, durante y después del estreno de la cinta y de su éxito global”, aseguran en la descripción del documental.
Temas como la pobreza, el racismo, la gentrificación de Nueva York, las escenas musicales —de géneros como el hip hop o el punk—, la cultura de club o las raves son algunas de las cuestiones que pretenden tratarse en el documental. Factores menos presentes en Kids, pero determinantes para las personas que crecieron en los años 80 y 90 en Estados Unidos. Ahora solo falta que ellos mismos cuenten su historia.