Mr.Milagro: El espejo de Dios

¡Calipso, ah, Calipso! Pienso muchas veces en ella. Amó a Ulises. Vivieron juntos durante siete años. No sabemos cuánto tiempo compartió Ulises su lecho con Penélope, pero seguramente no fue tanto. Aún así, se suele exaltar el dolor de Penélope y menospreciar el llano de Calipso.

Milan Kundera, La ignorancia

Irte de casa conlleva normalmente una pérdida de identidad. En muchas ocasiones, llegar a una nueva ciudad implica poder respirar por fin aire libre y convertirte en aquella persona que quieres ser. En otras ocasiones significar romper completamente con tu vida y tener que adaptarte a nuevas personas que no te lo van a poner fácil. En cualquier caso, sea por voluntad propia o por obligación, terminas cambiando tú para adaptarte al nuevo contexto.

Si dijera en mi casa la mitad de cosas que digo en Madrid, se mofarían de mi. El pasado es un camino que nadie puede borrar. Al emigrar, el camino se cambia. Y muchas veces el emigrado vive a medio camino entre su tierra natal y su nueva tierra. O quizás no. A veces su tierra natal que queda en eso, tierra, y por mucho que haya gente en ella a la que necesitas tu vida continúa con ellos lejos y cerca. Aprendes a vivir viéndoles poco, porque siguen siendo importantes, pero tu nueva casa no sabe nada de ti y puedes construirte de la nada y con todo lo que ya sabes de ti. Pero ni Madrid es Gotham, ni Alicante es Apokolips. Así que para nosotros todo es más fácil que para Mr.Milagro y Barda.

El Cuarto Mundo

Lo más interesante de un superhéroe es su vida. La dificultad de esconder una de sus supuestas realidades para hacer valer eso de “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Tom King trabaja siempre bajo esa idea. Tener superpoderes no es excluyente de tener pareja, hijos, dilemas y facturas que pagar. Todo el mundo tiene derecho a tener una vida aburrida. Mr. Milagro es otra de las colecciones que muestran el lado terrenal de un personaje a cargo del guionista, que ya lo hizo con La Visión, Batman y Héroes en crisis, colección todavía por llegar a España. Este proyecto es de Jack Kirby y siempre lo será. El hijo de Highfather adoptado por Darkseid y criado por Abuelita Bondad nació en 1971 de su mano y ahora son King y Mitch Gerards quienes se encargan de compartir su custodia.

Ahora hay que detenerse un segundo para hablar del maestro Kirby. Él es uno de esos profesionales del cómic del que realmente se puede decir que revolucionó el medio. Fue una de las figuras más importantes de la historia del tebeo, gracias a su capacidad para crear superhéroes que eran -realmente- una metáfora de algún aspecto de la condición humana. Una obsesión que ha hecho que sus obras estén caracterizadas por tener varios niveles de lectura (algo que también ocurre con Tom King). Esta revolución comenzó realmente en 1968, cuando creó El Cuarto Mundo, pero fue en 1970 y con su huida hacia delante a DC cuando la idea se hizo cómic y el cómic se hizo historia. La primera colección que Kirby eligió fue Superman’s pal Jimmy Olsen sobre un fotógrafo joven con la que inicio esa lucha entre el bien y el mal llegando a Los Nuevos Dioses en 1971. Y en ese momento nace la lucha entre Nueva Génesis y Apokolis, cielo e infierno, Highfather y Darkseid. Ese mismo año concibió a Mr. Milagro. Lo hizo como un símbolo de la capacidad humana para sobreponerse a cualquier situación y a Orión como una personificación de la violencia del hombre. Una guerra entre la parte más violenta e instintiva del ser humano y su lado más racional. Batman o Bruce Wayne.

Scott Free es una persona frágil, deprimida y que lucha contra sí mismo. Escapando de todo como oficio y como forma de vida. Con un traje, un nombre y en un mundo que no son suyos en el que convive con Barda, el héroe de DC se nos presenta cortándose las venas. Pero es escapista y huye de su final igual que lo hace de un tanque de agua. Porque está encerrado en la vida igual que en este y a pesar de que habla del intento de suicidio como un truco para escapar de la muerte lo que busca es escapar de la vida. Y aquí aparece verdaderamente Barda. La antigua líder de Las Furias es su pareja y comparten este híbrido entre vida humana y la de superhéroes de otro mundo. Es ella la que realmente salva a Scott del suicidio, de volver a Apokolips y de sí mismo. Ella no es la pareja del protagonista, es la protagonista. Cuando Scott no es consciente de la realidad y lo más llamativo que muestra son sus camisetas de Batman o Flash, es Barda la que le recuerda que “ella es real”. Ella no lucha para él, lo hace con y por él.

Barda es el personaje que tiene que cargar con un Scott Free a merced de la depresión. Una persona a medio camino entre el desierto de su pasado -Apokolips- y una Tierra Prometida -la tierra- que nunca llega. Un personaje que vive en un limbo, alejado de todo vínculo social más allá de su pareja y la JLA, incapaz de integrarse en una sociedad moderna que tampoco facilita que alguien se integre. Émile Durkheim lo llamó Anomia. Y la causa de toda la aventura de Mr. Milagro es su consecuencia: el suicidio.

Ser Dios sin saberlo

Es en ese momento de la colección en el que Tom King muestra su mayor habilidad: el costumbrismo de superhéroes. Ese humor casi imperceptible de lo cotidiano mezclado con la Ecuación Anti-vida. La Nocilla con anchoas, el paté con mermelada, el pan rebañando el tomate con queso del plato de espaguetis. Más allá de esas frases que exponen la historia y sus puntos fuertes perfectamente, el guión se convierte en verdaderamente suyo cuando lo terrenal y los viajes en el espacio o las conversaciones a través de la Caja Madre se convierten en algo cotidiano. Porque no hay nada más Tom King que sus superhéroes diciendo “deberíamos ir a comprar, al menos una bandeja vegetariana” o discutiendo sobre la reforma de su casa mientras luchan con sus villanos. El propio cómic cuestiona la naturaleza de la realidad. Toda esa cotidianidad tan cercana al surrealismo se refleja perfectamente cuando Scott Free se ve obligado a ir a juicio y declarar frente a Orión. Una vista que termina transformándose en un juego de verdadero o falso que recuerda a La broma de Milan Kundera -siendo suaves- y que no es más que una crítica a las religiones y a la dogmatización de la razón presente en el socialismo.

La humanización de Scott se presenta con el planteamiento de dilemas que todos sufrimos. Uno de los principales, el Dilema del tren, de Philippa Foot. Todos los superhéroes tienen que elegir entre salvar a alguien muy importante para ellos y dejar morir a un grupo considerable de personas o viceversa. En este caso le sucede con su hijo, al que puede condenar a repetir su misma vida o llevarlo por el camino que tienen pensado para él desde el principio. Porque una de las preocupaciones de los padres es darle todo lo que puedan a su hijo y que no repita los mismos errores que ellos.

A partir de esta decisión se presenta la parte Freudiana del personaje: Matar al padre. Scott es hijo de la bondad, pero se ha criado con la maldad, lo que le convierte en hijo -adoptivo- del villano. El conflicto que dirige la trama es la decisión de que Jake también lo haga o luchar contra Darksied para liberar a Apokolips y a su familia. En ese momento las vías se bifurcan en una tercera ruta alternativa que mezcla un viaje en tren de vistas del mar, el sol y los sonidos de la naturaleza con la deforestación y los gritos de auxilio: ni entregar al niño ni renunciar a la paz de su planeta. Si decide hacerlo o no, cómo lo haría y si lo consigue o muere depende del lector. Porque si no abres el cómic nada de lo que hay dentro ha ocurrido realmente para ti. Además, hoy se lanza el último número de la colección y probablemente estemos yendo a la tienda mientras leéis esto. No podemos -ni queremos- contaros el final así que leednos. Leedla. Leed. Esto también nos lleva a relativizar los spoilers, las ofensas provocadas por los mismos y los llantos de usuarios del maravilloso submundo que es Twitter. Pero de eso no hablamos hoy.

Otro de los grandes temas de Mr. Milagro es la existencia de Dios. O mejor dicho, la validez del proceso mediante el cual reconocemos a Dios. Y esto nos lleva a la aproximación que hizo Descartes. El filósofo francés creía fervientemente en la existencia de un Dios perfecto e infinito. Un Dios que es, aunque no esté. Porque Dios, al igual que Darkseid, es Dios por el mero hecho de existir y su propia existencia condiciona la vida de las demás personas.

El TOC de las 9 viñetas

Pero si Mr. Milagro es una serie que oposita a trascender es en gran parte por el dibujo. Mitch Gerards ha conseguido que nos olvidemos de su horrible etapa en The Punisher a base de buenos trabajos junto a Tom King. Ambos se compenetran a la perfección y es difícil saber quién lleva la voz cantante en la dupla. Bueno, se intuye que Tom King.

Una de las grandes virtudes del cómic es su color. Que King y Gerards se decantaran por embutir a Mr. Milagro dentro de un traje rojo, amarillo y verde no es casualidad, ya que son -con permiso del gris/azul- los colores principales de la historia. Utilizar el color rojo para las viñetas de guerra o el amarillo para transmitir cotidianidad y rutina es algo que ya se había hecho en infinidad de ocasiones. También es común el uso del verde para evocar nostalgia o placer y del azul metálico en escenas de depresión. Lo realmente destacable es la forma de combinarlos. El espacio que crea esa mezcla de colores y que termina creando esa dicotomía tan diferenciada entre la vida personal y laboral del protagonista. Un recurso tan visceral -alcanza su punto álgido en el Ronin de Frank Miller- que sorprende verlo en una obra de Tom King.

El dibujo tiene ese toque digital tan característico de Gerards que ya nos maravilló a todos con El Sheriff de Babilonia. No obstante, en esta ocasión, utiliza un trazo más sucio que le permite llevar mucho más lejos la distorsión digital de las figuras y ralentizar la lectura. De hecho, algo tan sencillo como dibujar la línea que sigue el movimiento de un personaje puede alterar completamente el orden preestablecido. En Mr.Milagro, Mitch Gerards consigue cambiar el orden de lectura de las viñetas de forma muy simple e intuitiva, demostrando que a veces lo más sencillo es lo que mejor funciona. De hecho, el truco de seguir el movimiento del personaje no es nuevo -ya hizo algo similar Frank Miller en Daredevil– pero aportan grandiosidad al cómic.

Tampoco es nada nuevo el panel de 9 viñetas (3×3) que utilizan Gerards y King en Mr. Milagro. Esta organización del espacio es ideal para el estilo cerebral y aséptico de Tom King porque le permite organizar mejor todo el espacio y facilita la comprensión de la estructura. Además, permite crear muchos niveles de significado y añadir varias voces literarias al mismo tiempo. En Mr. Milagro es la voz de Scott Free y la del narrador, mientras que en El Sheriff de Babilonia es la de los tres personajes principales. Una organización de la página que favorece las metáforas a las que tan acostumbrados nos tiene Tom King.

A pesar de ser un autor tan cerebral, King nos tiene acostumbrados a poner gran parte de su alma en sus obras. En El Sheriff de Babilonia dejó entrever algunos de los aspectos más negativos de su estancia en Irak como agente de la CIA y en La Visión explicó la dificultad que tuvo para conciliar aquellos tiempos con la estabilidad familiar. De hecho, la conciliación laboral y la importancia de la familia es un tema que está presente a lo largo de toda la serie de Mr. Milagro, y que alcanza su máximo esplendor en la grapa número 8, dejándonos uno de los momentos más brillantes de la serie. En definitiva, Tom King es un enamorado del medio y no tiene ningún miedo en demostrarlo abrazando sin pudor todas sus influencias: De Kirby a Alan Moore y de Frank Miller a Phillip K. Dick.

Firmado por Adri Fauro y Alex Sellés

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