El arrecife de las sirenas es un paisaje que solo existe en la cabeza. Es una imagen del vértigo, un diálogo de amantes en medio de pureza, un vientre deseando vida, un esperma que casi cae dentro de la madre pero el miedo, la esterilidad o la vida, se lo impiden.
En esta parte del arrecife la topografía muestra a las sirenas ahogadas o sosegadas y la maternidad aparece como una venganza de la vida o un remedio a la muerte. Es un paisaje negro que trata de amamantarse y florecerse en el duelo, es decir, con trabajo.
“La poesía es fijarse en esto y en aquello,
tal vez,
detenerse en lo que nadie se detuvo
[…]
sí,
está sangrando.
la herida oceánica está sangrando hasta
envenenar lo puro de mi pijama”
“La poesía es fijase en esto y en aquello” porque “mira, mira lo que te estoy contando”: la poesía es creerse tener hojas, “creo que me florezco”.
En este lugar hay un espacio para la oración, como lo hay para el niño, dentro de la madre, como un monje. Pero sus manos sangran como las de san Camillo “en una iglesia minúscula de roma”.
Es un milagro: la madre no sabe rezar pero le sangran las manos como las de san Camillo; no sabe rezar pero ha escrito esta oración para que obre: es un conjuro; nunca ha rezado pero este poema es una vela ardiendo; no sabe mucho y nadie responde esta oración pero sigue cantando la sangre de cera o cerámica del santo en Roma.
[…]
“yo no sé rezar pero pongo una vela porque ar-
riba san camillo me está mirandocon las manos,
no con los ojos, con lasmanos llenas de sangre de
alguien parecido a un jesús enfermo.
[…]
porque mis manos sangran con las de san
camillo en una iglesia minúscula de roma.
[…]
me doy cuenta de que en realidad no sé mucho.
de que al otro lado de esta vida nadie responde,
pero yo quiero seguir hablando”
Nadie habla del otro lado porque el habla es entre el comienzo de la vida y el comienzo de la muerte y Luna está hablando al principio de la muerte como un planeta estéril:
“miro una pantalla en la que el corazón de mi hijo se detiene”.
Se habla de la vida como de una creación: leo esta celebración de la muerte cuando a mi alrededor se celebra la vida:
dos niños juegan en la piscina de mis suegros y una perra ladra y una barriga descansa. Yo leo El arrecife de las sirenas y trato de escuchar el canto de ese pez semihumano entre el agua que vierten las colas de los niños. Tienen una pistola de agua y se ríen y golpean de agua a la perra en el cuerpo para mojarla y yo les riño porque casi me mojan a mí y al libro y no estoy muy seguro de que un arrecife de sirenas de papel sea impermeable. Son un niño y una niña: ambos se quieren de esa manera. La mujer que descansa su barriga tiene a mi hijo en su seno y lo dora al sol de treintaiséis grados centígrados (dicen que no se debe tomar mucho el sol embarazada pero he decidido leer y qué puedo decirle a un cuerpo que guarda un cuerpo en su seno).
ESTE ES EL PRIMER POEMA QUE ESCRIBO TOTALMENTE DESNUDA
[…]
“el corazón que hubo en mi vientre fue corazón y no latía
[…]
ya llevo más de quince días sangrando
sé que llega el verano y hasta que llega escribo desnuda
porque desnudos es cómo hacemos a los bebés”
No es que escriba desnuda, es que su verso es desnudo para que nazca.
(La niña ha disparado un chorro de agua contra la oreja de Eva y Eva no puede tener otitis porque cualquier infección estando embarazada es un peligro que no puede ser erradicado con antibióticos; así que Eva mueve la cabeza insistentemente hacia la derecha para que el agua que tapona el orificio del oído salga pero no lo hace y la abuela dice que tiene que saltar. Ha saltado una
¿SABÉIS?
“me compromete a vivir estar viva.
el olor a sudor de él; el sabor a sudor de las frutas en verano.
me compromete a vivir dar vida.
el olor a promesa de él: el sabor a paciencia de verano”
vez y no velverá a hacerlo. Con 8 meses y medio, es su primer salto).
Y en el centro del arrecife: un templo, el cadáver de una polilla muerta a causa de una piel que se baña en agua amarilla y se tiende en las arenas de plomo de Enoshima por la tarde: un cuerpo está clamando ser colmado por el cuerpo en Kamakura y se despide de otro cuerpo en Shibamata. Con solo tres bolas de arroz, un alga y huevas de salmón se llora un cuerpo. Con las piernas en alto y un paraguas en la lluvia de Kioto para la pena, porque todo comienza con un dedo y un círculo de agua. Porque el lenguaje es menos importante que el sonido en un país en el que cualquier sonido es extranjero, incluso el de unas monedas que caen metálicamente sobre el suelo, el olor a neumático o salsa de soja o la luz o la risa; el cuerpo, 63’3 kilogramos y 161 centímetros repetidos imaginariamente: saber que se está porque un rectángulo de agua te repite los deseos 20 o 30 veces anónimamente; una conversación con un librero japonés, y no entender nada excepto la muerte de una polilla a causa de la piel en el momento en el que el agua se derrama y suena contra el suelo como un latido infantil: Hana,
“no sé dónde lo leí o dónde lo imaginé
pero sé que en el mundo existen culturas
en las que un nacimiento no se produce
el día del parto sino durante el mismo
momento de la fecundación
si las cosas funcionaran de esa manera
podría decir que tú naciste una tarde de agosto
en el huso horario de japón
como una célula que se estiraba y se dividía
preparándose para ser una flor
[…]
desde entonces empecé a medir el tiempo
no según las horas que hacía desde que
ana murió sino según las horas que quedaban
para que hana comenzara a llorar
[…]
una tarde cualquiera de agosto
una polilla gris chocó contra mi muslo
y en ese pequeño y preciso instante
tú nacías”
para dar paso a una transformación de cuerpo en cuerpo cuando la leche del calostro llega.
¿Cómo de inhumana es esta vida? Desde luego no lo es la caca del neonato y aunque la vida no siempre haya sido así, prácticamente lo es; ha sido; un cambio que modifica la vida con retrospectividad. La vida nunca ha sido así pero lo es; ha sido.
UNA SEMANA DE VIDA
“no eres humano. […] esta manera de querer milímetro a milímetro, miniatura a miniatura, piel a piel-pequeña entre mis pechos. […] eres pez. u oso. o perro relamiéndose los dedos al sol. […] eres ictericia, pezonera y pinza, ojos indecisos que miran con asombro. […] solo eres hueso baba. hueso suave hueso enamorado de llanto y de calor”
Los niños nacen. Esta frase es una constatación inhumana que parece negar la temporalidad derivada de la concepción. Los niños que nacen tienen 0 años y su edad se mide en días horas minutos o segundos. Esta certeza es implacable. Irreductible. Un niño nace y no tiene un año dos años tres años de vida, no llega a hombre adulto de 26 años, se hace padre y luego envejece y muere. Un niño nace y tiene un minuto cuando toca un pecho tiene 5 o 10 minutos cuando toca a un padre tiene 0 años neonatales
los niños nacen y es inhumano
tú no has nacido
el tiempo no ha empezado para ti
pero el otro día andábamos pensando cómo de inhumano es nacer y tener segundos minutos horas días
nacer y tener 0 años
un nacimiento debe ser inhumano
no lo sería si el humano fuera un cuerpo solamente
pero tú solo eres cuerpo aún
no nos preparan para ese alumbramiento de unos pocos centímetros de piel
unos pocos centilitros
tal vez medio litro de sangre contenida sobre el pecho de la madre.
Lector, profesor y padre. Ha trabajado como transcriptor de textos digitalizando palabras. Se ha especializado en literatura cubana, a la que dedicó un ensayo sobre el sistema poético de Lezama Lima y una disertación sobre La carne de René, de Virgilio Piñera. Ha participado en el poemario colectivo a ocho manos Plural de habitación (Online, 2015) y ha publicado algún poema en Digo.Palabra.Txt.