Fotografías a las que haría fotos

Creo que había escuchado hablar de Xurxo Pernas antes de que este libro fuera un libro. Manuel Mata lleva descubriéndome cosas desde que nos conocimos. Mentira, desde que Cántico me envió su libro, lo leí y escribí sobre él. Voy a empezar por lo que fue el principio de la amistad presencial entre Manuel y yo pero que en realidad solo supuso la confirmación de la amistad metafísica entre Manuel y yo: tras más de un año de mensajes, audios, videollamadas y correos, decidimos vernos a modo de performance: pedimos a Rodri que organizara una presentación conjunta en Madrid para ahorrarnos la mitad de kilómetros y gastarnos ese sobrante en querernos.

En ese viaje Manuel nos presentó a personas a las que adoro y admiro, nos descubrió a gente a la que tuvimos que empezar a adorar y admirar desde que empezamos a hablar. En las conversaciones que tuvimos durante todo el día apareció el nombre de Xurxo como uno de los personajes más importantes de su época universitaria. Un artista que avanzaba desde un mundo paralelo al de los demás: un fotógrafo daltónico que se negaba a reconocer los colores tal y como los veía el resto porque la mierda no puede ser marrón.

Después de esa presentación me propuso escribir algo para la contra del libro de fotografías enseñándome solo algunas y el prólogo, yo escribí algo largo y nos quedamos con el punch más propicio. El resto del texto es todo esto que estáis leyendo.

Manuel me descubre cosas constantemente, entre ellas, que trabaja de cierta manera y crea lo que crea porque está rodeado de gente que hace lo mismo con él. Me es imposible no disfrutar el trabajo de alguien admirado por una de las personas a las que más admiro. Xurxo Pernas es un fotógrafo sin generación que disfruta lo que más le atrae de cada época en la que decide aparecer. Lo hace sin moverse de sí mismo. Las fiestas que enseña en Gran Cañón Mogambo tienen algo que no reconozco en la vida que llevo porque no creía posible que la diversión y el amor pudieran representarse así. No he podido nunca vivir de esa forma.

Xurxo hace fotografías a las que yo haría fotos si estuvieran expuestas. Escondería el móvil en las exposiciones para tener a mano su vida en los años de universidad pensando en que en los míos no supe encontrar ese blanco y negro tan lumínico. Para alguien como yo, que no piensa en hacer fotos cuando está pasándolo bien, tiene algo especial: encuentra el valor de lo eterno en lo que dura un rato. Xurxo me hace pensar que he conocido tarde a Manuel y que he ignorado a una parte importante de mi generación. Xurxo me hace sentir que me he perdido algo muy cercano con sus fotografías. Que no necesito ver lo que se hizo en otras épocas para estar desplazado, fuera de lugar, para disociar entre lo que vivo y lo que quisiera haber vivido. Para viajar a mi otro pasado solo tendría que haber cruzado el país.

Xurxo ha firmado un libro de poesía porque la poesía son imágenes concretas, nítidas y claras. La poesía existe gracias a la idea de proyectar figuras y formas, Gran Cañón Mogambo existe por lo mismo.

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