La tragedia griega de Batman en El Caballero Blanco

El Caballero Blanco

Shakespeare sentía una particular fijación por las grandes tragedias griegas, donde los humanos quedaban a merced de despiadados dioses. Los personajes de estas obras tenían que conformarse con ser títeres en manos de entes a los que apenas les importaban y contra los que no podían luchar. Convertidos en ofrendas para los dioses, las personas de las grandes tragedias griegas veían como sus amados dioses les daban la espalda. ¿Qué sería de Agamenón hoy en día? Seguramente seguiría a merced de los nuevos dioses: la burocracia y las altas esferas.

Uno de los grandes problemas del capitalismo tardío es que imposibilita -o por lo menos retrasa- la acción debido a un sistema excesivamente normativizado. Actualmente, la burocracia y las altas esferas se han convertido en indiferentes dioses griegos que observan el devenir del mundo desde su atalaya. Todos fuimos Cutty y sentimos su frustración por no poder construir su gimnasio en aquella divertida escena de The Wire. Pero esto no es Baltimore, ni la antigua Grecia, es Gotham. Y aquí, la burocracia y los falsos nuevos dioses terminan ahogando completamente a las personas, víctimas de un sistema corrupto irreparable.

Batman: El Caballero Blanco, creado por Sean Murphy, es un elseworld en el que el Joker vuelve a cobrar un gran protagonismo. En este mundo alternativo Jason Todd está en paradero desconocido y Batman fuera de control. El Príncipe Payaso del Crimen -tras una persecución con El Caballero Oscuro– ingiere unas pastillas que le curan su enfermedad mental transformándolo así en Jack Napier, el Caballero Blanco de Gotham. Cansado de que el murciélago tenga carta blanca para campar a sus anchas por la ciudad con el apoyo -legal y económico- del ayuntamiento y la policía de Gotham, Napier decide crear una división especial de la policía para ‘legalizar’ a los superhéroes y que operen bajo la ley.

Aunque la fórmula resulta muy entretenida al principio, la verosimilitud del cómic va desapareciendo en pos de un ‘crescendo’ de acontecimientos cuyo único fin es alimentar la ya clásica pregunta: ¿Son realmente necesarios los superhéroes? Una pregunta que -por otro lado- ya han abordado otros autores como Mark Millar o Alan Moore en Jupiter’s Legacy o Watchmen respectivamente.  En este caso, DC fía la calidad de la obra al carisma de sus dos personajes más destacados: Joker y Batman. Y apoyándose en su figura, consigue crear una historia entretenida sobre los límites -y la necesidad- del poder de los superheroes.

Quizá estemos ante una de las pocas veces en las que un dibujante le roba el protagonismo al Payaso del crimen. En este caso, Sean Murphy, escritor y dibujante de la obra, consigue darle complejidad a El Caballero Blanco gracias a un dibujo denso. Y es que el dibujante se lo juega todo al caos de sus trazos y a una composición de las viñetas mucho más cercana a las obras de principios de los dos mil -sobre todo al Alias de Bendis- donde los guionistas jugaban con la carga de texto para ralentizar el ritmo de lectura y dar más dramatismo a ciertas escenas.

A estas alturas ya podemos decir que lo que más destaca de El Caballero Blanco es el trazo del dibujo. Murphy consigue que todo quede especialmente natural -cercano al estilo de Frank Quitely- a pesar de que todo esté digitalizado, ya que termina creando una serie de capas que convierten las viñetas en lienzos realistas. Otro punto a favor es el colorista Matt Hollingsworth, ya que juega muy bien con el dramatismo de las escenas de acción utilizando tonos rojos -especialmente interesante es su particular visión de la sangre- y utilizando tonos oscuros para las escenas más dramáticas. Acompañado también de un tono mucho más claro para las viñetas en las que sale Jack Napier.

El Caballero Blanco es una de las sagas que más hype han despertado entre los aficionados del murciélago y que sirve para abrir una puerta a un mundo alternativo. Una primera piedra que puede desembocar en un cómic realmente interesante o quedar como una buena historia de superhéroes que equilibre las finanzas de DC. Particularmente, mantengo la esperanza de que -en algún momento- la editorial estadounidense guarde el personaje de Joker en un cajón y profundice en la psique de otros villanos como Solomon Grundy, Deathstroke o El Pingüino. Mientras tanto, tendré que seguir haciéndome la misma recurrente pregunta:

¿Hasta cuándo tengo que seguir gastándome el dinero en cómics de superhéroes con mucha publicidad pero que no me terminan de llenar? 

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